EDITORIAL    

Bebidas alcohólicas por vías del contrabando



El alcohol, bebida que el hombre fabrica para conseguir que se nublen los sentidos, que se pierda la noción de prudencia, decencia y cordialidad, y se busque condiciones de pérdida de todo valor y sentido de la vida, es uno de los llamados “instrumentos del placer, del vicio y de la perdición de valores”. Es el alcohol, en cualquiera de sus formas elaboración o presentación, el mal disfrazado de lo que gusta al ser humano.

Año tras año, ante las fiestas de fin de año las autoridades anuncian decomisos de bebidas alcohólicas falsificadas y que causan daño a la salud, esas bebidas no han sido fabricadas observando reglas precisas “para evitar daños a la salud humana”; pero sea en la forma que fuere, tenga los sabores y marcas que gusten, por igual causan daño que las provenientes de la economía informal, que consiste en importar por la vía del contrabando o sea de los métodos ilegales o, en muchos casos, ser productos de imitación y fabricación clandestina en el propio país, sin contemplar alguna condición para que “no resulten dañinas”.

El contrabando de alcohol es permanente y lo hace con su compañero inseparable, el cigarrillo; ambos, unidos a las drogas alucinógenas, causan severos daños a la salud hasta alcanzar la muerte. Quienes llegan a los extremos que causa el alcohol, se dice que no tienen conciencia de sus actos y han perdido la razón y que pierden hasta la mínima noción de la realidad, porque han envenenado su sangre y su cuerpo con los letales venenos consumidos. Bebidas alcohólicas, cigarrillo y tabacos de todo tipo conjuntamente drogas alucinógenas son elementos de enriquecimiento para quienes no tienen noción de los derechos humanos y no les importa enriquecerse a costa de la vida de miles o millones de personas.

Una celebración como la Navidad es, pues, el camino para salir de situaciones en que el alcoholismo hizo estragos; para abandonar el mal de adicción a las drogas; para salir de condiciones ajenas a toda virtud y a toda ley; para tener conciencia de realidad de la vida y lo bello que ofrece al ser humano tan solo con el cumplimiento de las leyes morales y vivir con la decencia y honestidad necesaria para una vida plena. Leon Bloyd, gran humanista francés, dijo: “Cuando el hombre está descarriado, ajeno a sus propias virtudes, contrario a sus semejantes, extraño a la vida de los demás, quiere decir que está en lo profundo del vicio y, lo cristiano es sacarlo de esas profundidades y mostrarle que la vida es vida porque Dios la hace grande para cada uno”.

Esta es la realidad que todos estamos llamados a sentirla y vivirla conjuntamente los seres que amamos y, si es posible, deseando que nuestra felicidad navideña sea igual para todos.

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