OPINIÓN    

Recuerdos del presente

Autopsia del MAS

Humberto Vacaflor



“Tanta soberbia el hombre, y no sirve más que para juntar moscas”, dice un personaje de Borges en “El hombre de la esquina rosada”. Pero lo dice acerca de un guapo que murió peleando, con una puñalada en el pecho. No he podido encontrar referencias a soberbios que se hayan corrido tan rápido como se corrió Evo Morales de Bolivia.

Un cobarde escapando, un prófugo o, como a él le gustaba decir, “un corrupto confeso” que huye. La peor debilidad del MAS resulta, por lo tanto, la cobardía de su caudillo. Podía haber huido, lo sugerí a tiempo, como Melgarejo, a caballo, hasta Yunguyo; prefirió tomar un avión para escapar a México, un país que ahora tiene un gobierno de cohabitación entre López y los cárteles de la droga.

La retirada del MAS tuvo escenas parecidas a las de la derrota de Estados Unidos en Vietnam, en 1975, de total desorden, de gente queriendo escapar en aviones, lanchas, barcos o lo que sea, hasta en helicópteros. Cuando se dieron cuenta de que la cobardía del caudillo había provocado una derrota rápida, un desbande desordenado, quisieron recuperar algunos espacios, comenzando por la presidencia del Senado, pero era tarde.

Luego, los renunciantes, que habían imitado al cobarde caudillo, dijeron que sus renuncias no tenían validez. En fin, sumaron vergüenza a la derrota. No tenían un plan B, ante una eventual derrota. Se habían corrompido y los grandes estrategas, aquellos aguerridos guerreros que decían amar la lucha, porque en la paz se ponían nerviosos, huyeron en el mismo avión del caudillo cobarde.

Un ministro abandonado, que había sido oficial del ejército hasta que fue expulsado con deshonor, estaba tratando de organizar una guerra, pero sin éxito. Algunas huestes desamparadas, como los cocaleros de Chapare, quisieron reaccionar atacando Cochabamba, pero se encontraron con que la sociedad civil había creado mecanismos de defensa que les impidió cumplir sus amenazas.

Los vándalos de El Alto comienzan el desbande después de que los cubanos que les pagaban se quedaron sin liquidez, y presos. La dinastía que había llegado para quedarse para siempre se derrumbó como un castillo de naipes. Sólo les queda el apoyo de algunos despistados en el exterior, que llaman golpe de Estado a esta hermosa insurrección. Ya se estarán enterando de lo que realmente pasó. Siglo21bolivia.com

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