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En la turbulencia análisis noticioso

Harold Olmos



Santa Cruz cumplió esta semana cinco días de paro cívico indefinido, en un movimiento nacional de resistencia a la intención del presidente Evo Morales de alzarse con un nuevo período gubernamental de cinco años, y de reafirmación del propósito de extender su gobierno sine die.

Hasta ahora, es uno de los bloqueos más dilatados de la historia nacional y, en su dimensión nacional, uno de los más prolongados del mundo. El movimiento solo tiende a agravarse y a cobrar mayor vigor en todo el país, que este fin de semana, tras la decisión de La Paz de bloquear sus vías de transporte, era una nación bloqueada por entero.

Cochabamba está bloqueada desde el miércoles. Su condición de centro geográfico del país, cierra todo el transporte nacional. Con decisiones similares puestas en marcha por Potosí, Chuquisaca, Oruro, Tarija y Beni, el país entero quedó bloqueado. En comparación, eran juego de niños los bloqueos que se dieron en los años de 1990 y comienzos de este siglo al mando del actual presidente.

La gran pregunta que dominaba el país era si el mandatario cederá y dará lugar a una nueva elección bajo la tutela de nuevas autoridades electorales. La designación de un nuevo Tribunal Electoral es una demanda que crece y se expande por doquier en el país.

Puesto que la fuerza policial no ha conseguido intimidar y sofocar el estado de rebelión civil nacional contra los propósitos del gobierno, la carta que quedaría por jugar sería la que involucraría a las Fuerzas Armadas.

Pero incluso esa mera posibilidad, que muchos ven como demencial y sin destino, estaría descartada de antemano tras la decisión de la OEA y la Unión Europea. Ambas organizaciones se han inclinado por una solución que conlleve una nueva elección y han dejado al Estado Plurinacional sin espacios geopolíticos para moverse, a menos que busque apoyos en Rusia, Irán, China, Cuba o Venezuela. Pero eso motivaría el ingreso al escenario de manera directa de Estados Unidos, Brasil o de la OEA y la Unión Europea. El cuadro es totalmente improbable.

En el lugar donde ha llegado el régimen del presidente Morales no aparece una salida de vencedor, como solía ocurrir en otras crisis. Ahora parece estar entrando a un área de arena movediza en la que se hunde más cada vez que intenta movimientos para salir a su manera. De las escasas cartas que le quedan en la baraja, solo están las que implican perder más o menos honrosamente. Ellas incluyen la salida propuesta por la UE y la OEA.

Si bien el paro indefinido no puede prolongarse demasiado, el gobierno tampoco puede aguantar una situación que lo lleva a perder cada vez más adeptos y que hacen más probables los choques violentos que los analistas sostienen que no le darán victoria.

Este fin de semana y los primeros de la próxima tienen rostro de jornadas decisivas.

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