OPINIÓN Tweet
Recuerdos del presente
Humberto Vacaflor
Los mensajes en clave que envía el gobierno sobre lo que dicen sus encuestas son muy reveladores. Muestran a un gobierno que está de ida y que prepara sus valijas en medio del caos.
El cocalero en jefe haciendo de bombero desorientado es uno de esos mensajes. Pero el más revelador, el que mejor muestra la actitud del electorado, es la decisión de aceptar el retorno de USAID, que se dio con el amigable encuentro del cocalero con el encargado de negocios, Bruce Williamson.
Un paso más, y se autorizaría el retorno de la DEA. Eso propone ahora el MNR, con sus candidatos angustiados ante la posibilidad de obtener menos de 3%, y decretar, de un solo tirón, la desaparición del partido más famoso de Bolivia, autor de revoluciones y contrarrevoluciones, de golpes a favor y golpes en contra, de aliarse con Banzer, de nacionalizar y desnacionalizar, de regalar YPFB a Enron, y de estar aliado con el MAS en grandes negocios manchados por la corrupción. En fin, de un partido que fue todo y lo contrario de todo. Y que ahora se estaría muriendo.
Lo que no ha podido hacer el gobierno es negar que el DS 3.973 fue firmado por el presidente. Ni ha podido borrar los registros de que el cocalero en jefe prenunció la frase: “y si no queman, ¿de qué van a vivir?”.
El mensaje más torpe, pero también muy revelador, fue el esfuerzo del gobierno de acusar a “la derecha” de los incendios. El DS está vigente y nadie quiere abrogarlo. Luego vino la complicidad de un candidato supuestamente opositor, que votó a favor de las “quemas controladas”… que se descontrolaron.
Le queda septiembre y unos días de octubre para revertir la tendencia de las preferencias electorales. El problema es que el fuego no se ha consumido. Las brasas del bosque seco de la Chiquitania, como se podía sospechar, demoran mucho en consumirse, porque son maderas duras.
El “detectómetro” más dañino para el gobierno está dado en el hecho de que los peores incendios se dieron justamente, y exactamente, en las áreas de los “asentamientos” de pueblos andinos.
Ansiosos aspirantes a convertirse en cocaleros provocaron los incendios. Burócratas corruptos no dejaron de hacer negocio: cobraron a los “colonos”. Les ofrecieron una “tierra arrasada”, muy parecida al altiplano, para que planten sus cocales. Los negocios no descansan, ni siquiera en el infierno.
Siglo21bolivia.com
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