OPINIÓN    

Unidad, bienestar y prosperidad

Severo Cruz



Luego de la resaca del 20 de octubre, o sea de la “fiesta democrática”, como suelen decir algunos, quienes resultaren gobernantes electos deberían priorizar, sobre todas las minucias y mezquindades, la unidad nacional, en el marco de una convivencia pacífica, desechando, obviamente, la lucha armada, que alguien propugnó sin saber su contenido ni significado. Al margen de ello, escuchando y atendiendo debidamente las demandas sectoriales y regionales. De esa manera se inauguraría una nueva etapa gubernamental al servicio del pueblo.

En la perspectiva, asimismo, de abrir nuevos derroteros, acordes con los tiempos que se imponen, que nos permitan superar los seculares problemas socio-económicos y político-culturales, con el respaldo, indudablemente, de nuestros recursos naturales. Que nos permitan acabar con las diferencias sociales, con la pugna política, con la frustración de las nuevas generaciones, con la pobreza lacerante, con el regionalismo disociador, etc.

Los gobernantes electos deberían ratificar, ante la región y el mundo, ante la historia y los hombres, su predisposición para buscar puntos de coincidencia, a fin de lograr gobernabilidad, sin sobresaltos. Es que la Patria requiere de consensos para avanzar hacia un futuro mejor.

Los tiempos han cambiado, sin duda. Los líderes se deterioran. Los gobiernos se desgastan. El discurso se agota. Y la democracia se devalúa, como efecto de intereses creados. He ahí una de las facetas del cambio. Y habría que aceptarla.

Ahora no se trata de imponer ni tiene cabida la soberbia. Hoy tiene mayor cobertura el gesto de escuchar y de la humildad. La iniciativa de buscar acercamientos.

Los tiempos tampoco se prestan para intimidar ni amenazar a medios de comunicación, como a EL DIARIO, de una línea periodística independiente y patriótica, sino de buscar la amistad de ellos. Tratar de ganarlos, con el propósito de hacer Patria.

Los tiempos han cambiado, al extremo que un súbdito extranjero ha pretendido lucir la medalla presidencial. Que osadía. Como si en Bolivia no tuviéramos ciudadanos representativos con capacidad para dirigir los timones de la nave del Estado.

Los nuevos inquilinos de la Casa del Pueblo también tendrían que estimular la democracia, la tecnología y la transformación, como una respuesta a las exigencias de nuestros días. Desestimando, desde todo punto de vista, el autoritarismo, el oscurantismo y el statu quo, signos propios de la regresión.

Ojalá procuren que retorne la paz social, a fin que se imponga el entendimiento nacional. Una necesidad que el país requiere para avanzar hacia las metas del progreso.

Y que el pluralismo político, antítesis del unipartidismo, sea nuestro norte, para cultivar la democracia y profundizar sus conquistas.

En suma: quienes sean elegidos como gobernantes que asuman su rol pensando siempre en la unidad, en el bienestar social y la prosperidad nacionales.

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