EDITORIAL    

Carretera La Paz-Oruro, la más cara del mundo



Pasó mucho tiempo para que se conozca que la carretera La Paz-Oruro es, comparativamente, la más cara del mundo. Esta vía de 203 kilómetros de extensión fue inaugurada por el Presidente de la República el 12 de febrero de 2015, luego de dos años de construcción. Su costo total fue de 312 y medio millones de dólares otorgados como préstamo por la Corporación Andina de Fomento (CAF).

Según estudios muy serios, en Alemania una carretera tiene costo por kilómetro de 116 mil dólares, monto que, comparado con lo que costaron 203 kilómetros es altísimo, desproporcionado totalmente con lo que todos los países del mundo pagan por kilómetros. Haber pagado arriba de 1 millón 500 mil dólares por kilómetro por la doble vía es, aparte de ser excesivamente cara, muestra de que algo funcionó mal y no porque tenga “excesivos accidentes geológicos” cuando está sobre terrenos planos y sin mayores accidentes.

El Ministro de Obras Públicas atribuyó el alto costo “a las condiciones geológicas”, cuando la realidad muestra que no podría haber terreno con mayores ventajas y excelentes condiciones que el altiplano que une a La Paz con Oruro. El día de la inauguración, el Primer Mandatario dijo “estamos haciendo historia”, refiriéndose a la obra y su importancia. Efectivamente, “se hizo historia” con el pago de 1 y medio millones de dólares por kilómetro y no por la obra cara (ED 14-XI-18).

El caso es patético y da lugar a pensar y preguntar: ¿Realmente qué pasó? Porque aquello de “condiciones geológicas” no tiene visos de seriedad alguna, porque se trata de una carretera libre de cualquier accidente que obligue a elevar costos en forma tan desproporcionada, en comparación a lo que ocurre en países de Europa y América. El hecho es preocupante y muestra la necesidad de que tanto el Ministerio de Obras Públicas como la Asociación Boliviana de Carreteras informen, con los mayores detalles y fruto de auditorías, sobre cuál es la realidad de los costos de cada carretera que haya sido refaccionada y, mucho más, de las que fueron construidas en trece años que lleva el gobierno frente a la administración del Estado.

Desde hace muchas décadas se ha lamentado que no estemos debidamente vertebrados mediante vías vecinales, caminos y carreteras asfaltadas; que no se haya abierto vías fluviales en extensas zonas del oriente; que no hayan sido habilitadas vías férreas que, injusta y arbitrariamente, fueron suprimidas; pero hubo insensibilidad para informar sobre todo este perjuicio que se ha inferido al país. Sería tiempo de recapitular, previas investigaciones efectivas y prontas, sobre todo lo ocurrido. El país no puede ni debe estar a expensas de malas inversiones, de ineficiencias personales o de empresas constructoras o, finalmente, de que la ABC rehúya informes que debería dar periódicamente.