OPINIÓN    

Biocombustibles, soya y “maravillas” del modelo económico boliviano

Joshua Bellott Sáenz



Los biocombustibles son considerados derivados de la fermentación de azúcares de ciertas especies vegetales (azúcares del jugo de la caña, del almidón del maíz o de la celulosa y de la lignina, que son parte de la biomasa vegetal de desecho, despolimerizadas química o enzimáticamente), y también se apropia ese nombre, para aquellos productos que son obtenidos por fermentación (alcoholes, particularmente el etanol), o por trans-esterificación y mono-alquilación de ácidos grasos de cadena larga (biodiesel). Los dos productos base para su fabricación son el azúcar y la soya.

La soya se constituye en el producto bandera de los bolivianos en vista de que 75% de la producción se exporta, y el restante 25% se queda en el mercado interno para abastecer la industria aceitera o como alimento balanceado para animales, entre otros.

Las exportaciones agrícolas más importantes para el país son las de castaña (Bolivia es el primer exportador mundial), quinua, girasol y productos derivados y, soya y productos derivados. En el caso de la castaña, la exportación creció de manera continua desde el 2005 cuando alcanzaba los 75 millones de dólares, llegando a 221 millones para el 2018. Respecto a la exportación de quinua, es interesante ver que el 2005 se exportó sólo 6 millones de dólares, creciendo de manera vertiginosa a casi 200 millones el 2014, para bajar hasta los 81 millones de dólares el 2018. La soya también tuvo un crecimiento acelerado hasta el 2014 cuando llegó a casi 1 mil millones de dólares, para disminuir al 2018 a 800 millones. Por supuesto, las diferencias son grandes…

En ese orden de ideas, podemos mencionar otras diferencias marcadas que determinan el valor de las exportaciones, entre la producción de soya y quinua, por ejemplo. El precio de la soya se encuentra alrededor de 400 dólares la tonelada, en cambio la quinua supera los 2,500 dólares, en 2018. Sin embargo, el 2014 llegaron alrededor de 500 y 6,600 dólares la tonelada, respectivamente. Las hectáreas cultivadas de quinua alcanzan a 60 mil, en cambio en el caso de la soya llegan a más de 1 millón de hectáreas en la actualidad.

Lo cierto es que la producción de biocombustibles en Bolivia ha despertado mucho interés en la opinión pública por varios factores. No sólo porque éstos pueden romper la dependencia a los combustibles fósiles, sino también porque dicha producción viola el artículo 24, numeral 11 de la Ley de la Madre Tierra Nro. 300, y además, porque el gobierno aprobó el aumento de 250 mil hectáreas para el cultivo de soya transgénica mejorada destinada a la producción de biodiesel. Por supuesto, estas posiciones contrapuestas generan distintos criterios por parte de la opinión pública.

En este sentido, conviene saber algunos aspectos importantes que son parte de esta nueva fase en la historia boliviana: la producción de biocombustibles…

Es necesario destacar que para la producción de etanol (que es el producto que se mezcla con la gasolina), se requiere el uso de gasolina o diésel, pesticidas, fertilizantes, herbicidas y otros derivados del petróleo en el proceso de obtención del producto final. Por otro lado, se ha estimado que para la fabricación de 1 litro de etanol se consume 1,700 litros de agua. A esto se suma el uso de agrotóxicos y la contaminación de ríos por las descargas de las empresas que procesan estos productos, con sus consecuentes daños a la salud y al medio ambiente.

Por otro lado, hace un tiempo se decía que la inversión necesaria para el incremento de la superficie cultivada y las destilerías alcanza a 1,600 millones de dólares, con lo cual se crearía 30 mil empleos.

Es así que desde este año se supone que la producción de la soya también será destinada a la producción de 100 millones de litros de biodiesel que sustituirá menos del 10% del diésel importado.

Pero en el caso de la soya, que es el negocio más grande no sólo en Santa Cruz, sino de Bolivia; por lo menos en el sector agrícola, debemos preguntarnos si esta nueva política de fabricación de biocombustibles, obedece a objetivos de desarrollo, crecimiento productivo o de re cambio de los combustibles fósiles. Argumentamos en la siguiente nota para dar una respuesta clara.

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