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Carteles narco

Fragmentan y descentralizan venta de droga en América Latina

> La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indicó que la producción ilegal de cocaína alcanzó en 2017 el récord de 1.976 toneladas, 25 % más que el año anterior



Con la condena esta semana en Nueva York del narcotraficante Joaquín "El Chapo" Guzmán, Estados Unidos se anotó su mayor triunfo judicial desde que el gobierno de Richard Nixon inició en 1971 la "guerra contra las drogas", que causaron innumerables muertes en aquel país, el mayor consumidor de estupefacientes en el mundo, así como en América Latina, su mayor proveedor. El liderazgo y el comercio se fragmentan, en la región.

Fue bautizado "el juicio del siglo", no solo por el éxito que significó la captura del líder del Cartel de Sinaloa en 2016, sino también porque, según los especialistas, el negocio del tráfico de drogas cambió tanto en los últimos años que es poco probable que en un futuro cercano un jefe narco latinoamericano acumule tal grado de poder.

"El viejo mundo de los grandes carteles que monopolizaban el tráfico de cocaína y marihuana, de capos como El Chapo Guzmán en México y antes Pablo Escobar en Colombia, va de salida. Nos estamos moviendo hacia un narcotráfico más descentralizado, fragmentado en varios actores que han diversificado sus negocios y se dedican también a otras actividades criminales como el tráfico de armas y de personas, los secuestros, la extorsión, la piratería o el robo de cargas", explicó a La Nación el experto en temas de seguridad mexicano Alejandro Hope, socio de la consultora GEA, y publicado en El-nacional.com.

11 de los 50 estados de Estados Unidos, además del Distrito de Columbia, ya legalizaron el consumo de marihuana para fines recreativos, mientras que 33 estados permiten su uso medicinal. La cocaína, en tanto, pierde espacio frente a los opioides farmacéuticos, drogas derivadas de la planta adormidera (amapola) como el opio, la morfina y la heroína y sus análogos sintéticos, principalmente el fentanilo y otros analgésicos de venta bajo receta médica como la oxicodona y el tramadol.

Si bien existe una producción significativa de opioides ilícitos en México, la mayor parte proviene de Asia, en particular de China, según la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Sus efectos son mucho más potentes, se pueden comprar a través de Internet -en la "deep web" o "red oscura"-, y hasta es posible enviarlos mucho más fácilmente por correo. Según el más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), el consumo global de opioides creció 56% entre 2016 y 2017, año de los últimos datos recabados en todo el mundo.

Aún así, la producción ilegal de cocaína alcanzó en 2017 un récord: 1.976 toneladas, de acuerdo con Unodc, 25 % más que el año anterior. Pero las incautaciones también aumentaron 13 %, a 1.275 toneladas, la mayor cantidad aprehendida en la historia. Según, el organismo internacional, 70 % del área del cultivo de coca correspondió a Colombia, 20 % a Perú, y 10 % a Bolivia; así, los tres países andinos continúan como principal fuente de la cocaína consumida en Estados Unidos, donde llega mediante grupos criminales con base en México.

"Sin dudas, las organizaciones criminales transnacionales mexicanas son una de los mayores amenazas de drogas a Estados Unidos", destacó el jefe de operaciones globales de la DEA, Greg Cherundolo, ante el Senado estadounidense en abril.

SE SUMAN AL NEGOCIO GUERRILLEROS

Poco a poco, disidentes guerrilleros y paramilitares empezaron a sumarse al negocio por el control armado que ofrecían de áreas de cultivo y rutas de salida, por el Pacífico o por el Caribe.

"Así, en los centros urbanos tenemos a narcotraficantes más sofisticados, con imagen de vecino común, más educado, mientras que en el interior las bandas criminales (apodadas ya BACRIM's) defender sus actividades", agregó Hernando Zuleta, director del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes.

Actualmente, la mayor organización narco colombiana es el Clan del Golfo (también conocido como Los Urabeños), liderado por Dairo Antonio "Otoniel" Úsaga, que tiene su base de acción en el Urabá antioqueño.

Sin embargo, hay un gran número de grupos menores colombianos que también se dedican a la producción y distribución de cocaína.

"Pasamos a una estructura fraccionada, a un mercado más libre, con más competencia, eficiencia y especialización, y entre ellos funcionan como una suerte de federación, con franquicias", apuntó el especialista colombiano en lucha contra narcotráfico Daniel Rico, director de la consultora C-Analisis, quien resaltó que los nuevos narcos colombianos hoy tienen pocos activos en Colombia.

"Antes iban a Venezuela, pero en los últimos años se han instalado en países con legislación antilavado de dinero más laxa o donde no son prioridad pública, como Brasil o la Argentina, donde compraron grandes extensiones de tierras que les sirven de refugio", afirmó.

Tanto en Perú como en Bolivia hay una considerable producción de cocaína pero con escalas distintas, menores, con redes criminales más tradicionales y menor nivel de violencia. Pero al igual que los grupos colombianos, abastecen a las dos principales organizaciones criminales brasileñas: el Primeiro Comando da Capital (PCC), originario de San Pablo, y el Comando Vermelho (CV), con base en Río de Janeiro.

"El PCC se expandió significativamente en los últimos años, con presencia internacional también en Paraguay, Bolivia y la Argentina. Se dedica a varios negocios criminales, pero el tráfico de cocaína y armas es una de sus principales actividades. Parte de la droga queda para el mercado de consumo interno brasileño y otra parte va para Europa", indicó José Ricardo Bandeira, presidente del Instituto de Criminalística y Ciencias Policiales de América Latina.

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