OPINIÓN    

Rebelión mojeña en Beni

Floren Sanabria



La insurgencia colonial en Mojos estalla y se sublevan en contra de las autoridades españolas, especialmente contra el despotismo del gobernador de Loreto, don Pedro Viejo, el 10 de noviembre de 1810, encabezado por el cacique trinitario de la provincia Cercado, Pedro Ignacio Muyba, quien en abierta insurrección pretende ahorcar al gobernador que escapa y se refugia en la iglesia. Y convoca al cacique del Loreto, José Bopi, que estableció el gobierno indígena y llega a Trinidad el 11 de noviembre de 1810 llevando 200 hombres armados para reforzar el movimiento libertario.

Narra la historia la lucha que emprendieron junto a Muyba, los caciques José Bopi, Gregorio Gonzales, hermano de Muyba, Maraza, Guayocho, Ojeari, Santos Noco, la mártir trinitaria Nicolasa de Cuvene y otros de su raza, que ese día, en lugar de acompañar al gobernador en un viaje a Trinidad, lo abandonaron, quemando todas las pertenencias de la autoridad, y todo porque buscaban su libertad y su autodeterminación.

En igual forma, el indio Itonama, de Magdalena, Andrés Guayocho, también desde hacía muchos años venía explicando a sus hermanos de sangre que no había por qué temer a los chapetones foráneos y que más bien desobedecer era la consigna, porque estas autoridades cometían muchos abusos y atropellos contra los nativos de la región. Este fenómeno fue llamado como la “Guayochería”, es decir, a todos los trajines subversivos del cacique Andrés Guayocho.

Muyba se alzó contra los excesos y abusos que cometía el gobernador español Miguel Zamora y el 10 de noviembre de 1810 pone en conmoción a toda la provincia durante dos meses, al cabo de los cuales, traicionado por su gente, fue decapitado y colgado su cuerpo en las ramas de un árbol en San Pedro para escarmentar a los rebeldes; luego su cadáver quedó insepulto por “morir inconfeso y para escarmiento”. Los diferentes levantamientos indígenas de la población mojeña hacían ver, claramente, que Beni también aportó con su sangre a la causa libertaria de América, aunque este capítulo no fue recogido por la historia, hoy con letras de molde se destaca, debido a las investigaciones efectuadas por el desaparecido historiador beniano Antonio Carvalho Urey.

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