Mientras el alcalde se divierte…

La gente de campo utiliza generalmente, como referencia de las distancias entre un punto y otro, el tiempo que se demora en recorrerlas. Para el buen caminante, el “a una hora” suele reflejar, más o menos, una legua de distancia. Pero el también común “a dos horitas de aquí” puede ser una distancia larga, si el camino es malo, o muy corta, si se la recorre en vehículo por una autopista.

Todo es pues relativo y depende incluso del apuro en llegar. Utilizando medidas de tiempo en lugar de las de longitud, uno podría suponer, por ejemplo, que la distancia en línea recta de La Paz a Santa Cruz (unos 800 kilómetros más o menos) es menor que la distancia del aeropuerto de Viru Viru a la plaza 24 de Septiembre (20 kilómetros, más o menos). El vuelo entre una ciudad y otra es de una hora. El “viaje” entre el aeropuerto y el centro cruceño demora una hora y media.

Todo tiene explicación racional, excepto la del ejemplo. Porque, dicen, para tapar los baches de la carretera al norte, la que lleva a Viru Viru, se levantó la capa asfáltica. Y a la tradicional lentitud de las obras públicas y la mala planificación se le sumaron las lluvias. El ingreso a Santa Cruz pone hoy a prueba la capacidad de los conductores para manejar en caminos de lodo y arena, la fortaleza de sus vehículos y, sobre todo, la paciencia de los viajeros.

El desastre vial pasó relativamente desapercibido estos días gracias a las “travesuras pecaminosas” (de alguna manera hay que llamarlas) del Honorable alcalde municipal de Santa Cruz. La bronca que provocó su insólita (aunque no poco habitual) demostración de machismo; las protestas de la gente y el afán de sacarle punta al lápiz de otros para llevar agua al molino político propio terminaron por eclipsar, al menos temporalmente, un grave problema vial. Por los perjuicios que representa para su desarrollo y comunicaciones con el resto del país. Cuando uno viaja a esa ciudad tiene que sumarle, al tiempo de vuelo, al menos otras dos horas y media entre el viaje del aeropuerto al centro y la hora previa o posterior al vuelo.

Desde manera general si se quiere, hay que reconocer que el ingreso principal a la capital económica de Bolivia refleja hoy, de manera fiel, los caminos de ingreso a todas las ciudades y pueblos de nuestro país. Por una extraña razón, al asfalto de las carreteras se lo tragan los pozos. Lo testifica cualquiera que viaje por sus caminos.

En contraste con esa realidad, en Santa Cruz se trabaja febrilmente dicen, en una vía alternativa para llegar de Viru Viru al centro, gracias al compromiso de reunir a la Cumbre G77. Parabienes a la capital oriental porque esa carretera será, probablemente, el beneficio mayor de la cita internacional. Al margen, por supuesto, del rédito político para el gobierno en su perspectiva de re-reelección presidencial.

La polvareda de moral y moralina que levantó el alcalde de manos libres terminó tapando, también, el poco habitual “ensayo” de Cumbre G77 que concluyó esta semana. A manera de ensayo, la puesta en escena convocó a más de un centenar de universitarios de distintos países y a 900 delegados bolivianos para “reflexionar” sobre migración, comercio, cambio climático, pobreza y desempleo, desarrollo post 2015, cooperación y seguridad alimentaria.

Fue, seguramente, único caso en la historia de medio siglo del Grupo que un país realiza semejante inversión so pretexto de probar logística, protocolo, seguridad y todo lo que tiene que ver con una reunión cuyos beneficios reales se reducirán sólo a algunas obras de interés vial. Cuánto más se podría hacer sin necesidad de buscar motivaciones tiradas de los pelos.

A lo insólito que rodea a la organización de la Cumbre hay que agregarle uno más que, ese sí, motiva extrañeza. Los otros pueden entenderse como parte del folclore político nacional. El Presidente, tras inspeccionar personalmente, in situ y en compañía del Honorable alcalde manos largas, el desarrollo de los trabajos y preparativos, ha declarado que “hay una preocupación de la comunidad internacional por el tema de la seguridad”. Y que para garantizarla van a llegar dos helicópteros más de la China y la gobernación de Santa Cruz donará 50 vehículos con equipos de comunicación y cámaras de vigilancia.

Que se sepa, en nuestro país, el tema en esa materia es la inseguridad ciudadana. Pero de ella es poco probable que se preocupe la comunidad internacional. Si hay otras razones de preocupación sería bueno conocerlas ahora, para no llorar después sobre la leche derramada. Porque extraña que el Presidente anfitrión reconozca que hay preocupación internacional. Sobre todo porque ese tema puede influir en la respuesta externa a la convocatoria interna, más que el mal estado de los caminos de acceso a la sede de la Cumbre.