Lamentable retorno al coloniaje

El sistema económico colonial consiste, en términos de la economía política contemporánea, en que un país determinado se convierte en exportador casi exclusivo de materias primas (gas, minerales) y, al mismo tiempo, en importador y mercado de consumo de productos tanto industriales como agrícolas de otras naciones. Ese sistema colonial condena a los pueblos a la pobreza sostenida y, paralelamente, a perder su independencia política.

Ese fenómeno económico fue característico de la vida de Bolivia hasta mediados del siglo pasado, pero debido a cambios esenciales en la situación política, el país volvió a caer paulatinamente en el sistema colonial, en particular desde que algunos gobiernos empezaron a abandonar la industrialización interna de materias primas, a retroceder a la exportación de recursos naturales sin valor agregado y, finalmente, a abrir las fronteras para la importación de toda clase de mercancías producidas en países metropolitanos.

El proceso de dependencia colonial de Bolivia se fue acentuando hasta el presente, cuando se llegó a un nivel elevadísimo de exportación de materias primas y al extraordinario incremento de importación de productos industrializados, inclusive alimentos esenciales. En síntesis, es un lamentable retorno al sistema de dependencia colonial. Es más, el nuevo régimen colonial está superando con creces al anteriormente existente.

Según los datos concretos que confirman esas consideraciones, nuestro país mantiene sin variaciones el patrón de su comercio exterior, dominado por las exportaciones de gas natural y minerales; se desarrolla la promoción de materias sin valor agregado y sólo se trata de aumentar la fuerte tendencia de exportaciones bolivianas tanto de minerales como de gas y otros. Así, si bien en últimos años Bolivia ha experimentado un cierto “desarrollo económico”, éste se ha basado en un proceso de pérdida de la independencia y soberanía económicas y, a la par, un crecimiento lamentable de dependencia colonial, aspectos que señalan los datos económicos oficiales.

En forma más concreta, esa política colonialista se confirma en el hecho de que el 84 por ciento del valor de nuestras exportaciones se sustenta en dos materias primas: gas natural y minerales. Mientras esos indicadores señalan esa lamentable realidad, el IBCE hace conocer que existe menor exportación de productos nativos no tradicionales, como azúcar y derivados, frijol, joyería y soya. A la vez, en la estructura del comercio exterior boliviano, las mercancías con cierto valor agregado apenas representan el 16 por ciento del total de las exportaciones. Es más, las cifras indican que también en ese rubro bajaron en 2 por ciento en el período similar de enero a abril del año pasado.

El hecho de que la economía boliviana adquiere creciente sentido colonial se basa en el 82 por ciento de las exportaciones de recursos naturales y el 18 por ciento de exportación de algunas mercancías con valor agregado. Ese indicador también se agrava si se compara el comportamiento de las importaciones entre enero y abril de este año con el mismo período del anterior. En efecto, la importación de alimentos y bebidas en este año subió en ¡61 por ciento! en relación con el anterior.

En forma general, el proceso económico-político de recolonización que está experimentando Bolivia indica que entre enero y abril de este año, las importaciones bolivianas llegaron a 3.164 millones de dólares para comprar 1.6 millones de toneladas, o sea en 10 por ciento más en relación con los mismos meses del año 2013. Por otro lado, las exportaciones tradicionales a abril de 2014 sumaron 3.503 millones de dólares, vale decir un crecimiento del 5 por ciento respecto al mismo período del año pasado.