Recuperar el mar cautivo

Hace más de 50 años Chile reiteró su voluntad política para tratar el problema marítimo boliviano, según “El Mercurio”, uno de los periódicos más influyentes de Santiago, fundado en abril de 1828, por José Joaquín de Mora (José de Mesa y Teresa Gisbert: “José Joaquín de Mora”, 1965, pág. 22). Mora, más tarde, llegaría a ser el secretario privado, amigo y confidente del Mariscal Andrés de Santa Cruz.

“Chile ha expresado en múltiples oportunidades que está dispuesto a escuchar las aspiraciones portuarias de Bolivia…”, decía “El Mercurio”, de 27 de octubre de 1962.

Con esta reminiscencia quisimos reiterar que Chile estuvo consciente de la agresión que asestó a Bolivia, con la invasión de 1879, en connivencia con el capital financiero inglés. Y precisamente esa herida es la que ha marcado el enclaustramiento boliviano, que ha motivado la demanda marítima, que ahora es objeto de análisis y debate en la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.

Desde hace más de cien años Bolivia sobrevive al encierro geográfico, sin haber logrado de la nación transandina una respuesta favorable.

“No hay animosidad contra Bolivia” y que los chilenos “desean sinceramente que se restablezcan las buenas relaciones que deben existir entre nuestros dos pueblos”, señaló “El Mercurio”, el 3 de noviembre de 1962.

He aquí una señal chilena predispuesta a restablecer la amistad con Bolivia. Fueron otros tiempos y otros los protagonistas de la historia. Hoy las cosas han cambiado. En consecuencia chile ahora pretende no sólo minimizar sino descalificar, con aversión y menosprecio, nuestro supremo objetivo de reivindicación marítima, tan arraigado en el sentimiento patriótico de los bolivianos.

De igual modo habría que mencionar, por su trascendencia histórica, la actitud asumida por el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, señor Horacio Walker, quien en 1950 afirmó que su gobierno “animado de un buen espíritu de fraternal amistad hacia Bolivia, está llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico…”.

Por lo visto tanto “El Mercurio” como el señor Horacio Walker, ministro de Estado del gobierno que presidía el señor Gabriel González Videla, se pronunciaron por una aproximación bilateral boliviano-chilena, en la búsqueda de una solución al enclaustramiento boliviano, para afianzar la paz en Sudamérica. Fueron intentos encomiables, por supuesto, que no se cumplieron, en desmedro de los altos intereses nacionales, que se fundan en la restitución de nuestra salida útil y soberana al Pacífico.

En suma: los tiempos cambiaron, lo mismo que los protagonistas de la historia chilena, pero lo que jamás cambiará es el espíritu patriótico boliviano, en relación con la recuperación del mar cautivo.