[Luis S. Crespo]

El Día Histórico - 21 de julio de 1853

Expulsión del ministro John Lloyd


El 4 de diciembre de 1851, el príncipe Alberto de Gran Bretaña mandó extender las credenciales de encargado de negocios y cónsul general de su Majestad Británica cerca del gobierno de Bolivia a favor del coronel John Augustus Lloyd.

“Este nombramiento lo hizo el príncipe consorte por recomendaciones que ante él hizo el general Andrés Santa Cruz, representante diplomático de Bolivia ante el gobierno británico, en la audiencia privada de 20 de marzo de 1851”.

El coronel Lloyd llegó a Bolivia en abril de 1852 y a los pocos días presentó sus credenciales ante el gobierno del general Manuel I. Belzu.

Por entonces el general Santa Cruz, residente en Europa, había hecho causa común con el general Ballivián, que vivía en el destierro, quienes con la ayuda del general Castilla del Perú, y del general Flores del Ecuador tenían un mismo propósito, el establecimiento de una confederación sur-americana, bajo el protectorado inglés.

Para lograr este plan, los citados personajes habían combinado una seria conspiración que debía levantar en armas a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

En estas circunstancias llegó a Bolivia el ministro inglés Lloyd, quien desde los primeros momentos fue objeto de las simpatías y solícitas atenciones de parte de los relacionados y amigos de los expresidentes Santa Cruz y Ballivián.

El presidente Belzu había sido informado por sus espías que tenía en el exterior, de que el coronel Lloyd antes de venir a Bolivia había tenido acuerdos con Santa Cruz para trabajar por la caída de Belzu; que era portador de cartas y buenas sumas de dinero para los amigos de aquél, con otras instrucciones referentes a la “causa”; que Lloyd había celebrado también conferencias con Ballivián en su paso por Río de Janeiro; que Lloyd venía a Bolivia con planes para la conspiración proyectada, etc.

A estos avisos y denuncias, se agregaba la conducta nada prudente que observaba en Bolivia Mr. Lloyd, quien, según una relación histórica del doctor Antonio Quijarro, era un “militar de profesión, de carácter franco por naturaleza, de arranques caballerosos, era propenso a incurrir en excesivas imprudencias de lenguaje, manifestando abiertamente sus opiniones y las simpatías de que se hallaba animado en materias políticas. Calavera de alto tono en la mejor acepción de la palabra, temperamento ardoroso capaz de lanzarse en verdaderas extravagancias, Mr. Lloyd no tenía “pelos en la lengua”, como suele decirse familiarmente y olvidándose al parecer de las conveniencias debidas a la investidura diplomática, daba rienda suelta a la expresión genuina de sus sentimientos, sugiriendo motivos para que sus gamitadas, que tal vez llegaban a la casa presidencial recargadas de exageración, fuesen predisponiendo el ánimo del general Belzu en un sentido de lo más desfavorable”.

Un día en que había venido por el correo de Salta un gran paquete para el ministro inglés, la policía, prevenida del hecho, capturó al criado del ministro, en momentos en que distribuía unas cartas a los adeptos del general Santa Cruz. Abierta esa correspondencia en la policía, se encontró que ella contenía las instrucciones para su revolución que debía estallar en la república.

Agriado con esto el ánimo del presidente Belzu, resolvió expulsar al ministro que así servía de agente de los revolucionarios.

Y el 22 de julio de 1853 el ministro de relaciones exteriores, doctor Rafael Bustillo, pasó un oficio a Mr. Lloyd diciéndole que no le convenía al gobierno tener ministros diplomáticos que servían de agentes revolucionarios y le notificó que en el término de 24 horas desocupara el territorio nacional, a cuyo fin ponía a su disposición todos los medios de movilidad que necesitara y un edecán del presidente para su compañía y su servicio.

Refiérese que Mr. Lloyd, al recibir estimación, profirió palabras injuriosas contra el gobierno de Belzu, expresando “que es digno de un país de salvajes y no de Bolivia” y que al contestar el oficio, cerró el sobre que contenía la respuesta con migaja de pan en vez del lacre que entonces se usaba.

Al día siguiente, se le proporcionó la mejor bestia del presidente con su cómoda montura, 4 mulas aparejadas también del presidente para su equipaje, con su respectivo arriero y otra bestia también ensillada, para su mozo, “el repartidor de las cartas”.

La expulsión del ministro Lloyd motivó la propalación de la especie de que el Gobierno británico, por medio su secretario de Estado lord Palmerston y en presencia del parlamento inglés, hubiese fulminado la inaudita sentencia de borrar a Bolivia del mapa de las naciones civilizadas.

Fuente: EL DIARIO, 22 de julio de 1925.

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