50-50 versus 87 por ciento



Samuel Doria Medina candidato por UD
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La opinión pública, en sus multifacéticos estratos sociales, ha captado sin lugar a dudas, la disputa surgida en la carrera electoral, entre los candidatos del Movimiento Al Socialismo (MAS) y el postulante de alianza Unidad Democrática (UD).

El candidato de UD, respondiendo a la pregunta de la revista Poder y Placer ¿abriría el 50 por ciento de YPFB a la participación privada?, habría afirmado: “Lo que yo quiero decir es que de la ganancia, los inversionistas privados deben poderse llevar el 50 por ciento y el otro 50 por ciento, dejarlo en el país”.

Ante las supuestas aseveraciones de UD, el candidato oficial del MAS, afirmó que sería un retroceso en el proceso de la nacionalización y de aplicarse el 2014, implicaría una pérdida de 2 mil 448 millones de dólares para el Estado boliviano.

A estas declaraciones públicas, se sumó el segundo candidato del MAS, dijo: “No entra en mi entendimiento que pueda haber gente tan maligna que se burle de los muertos; que se burle de los heridos, que se burle de El Alto, de Bolivia y otra vez esté prometiendo venir a quitarnos el gas y nuestras empresas públicas”.

El segundo candidato del MAS recordó implícitamente a muertos y heridos de la “guerra del gas” que culminó en octubre 2003, con una asonada popular y la dimisión del entonces mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada.

En la mañana del domingo 10 de agosto, el postulante del Movimiento Sin Miedo rechazó la aparente polarización política entre los candidatos que manejan el 50-50 y el 87 por ciento y lo dijo públicamente a Radio Panamericana de La Paz: El populismo (MAS) pretende perpetuarse en el poder y UD retroceder al pasado con la oferta del 50-50, afirmó.

ANÁLISIS

Las irreductibles posiciones de los candidatos del MAS y de UD, sobre el tema de los hidrocarburos y los puntos diametralmente opuestos que apoyan oficialmente la nacionalización respecto a los argumentos que remiten quiérase o no -al proceso de capitalización de las empresas del Estado boliviano, como sucedió con el ferrocarril, las comunicaciones y en fin, todas las empresas estratégicas estatales- colocan al espectador y a la opinión pública, en el centro de la lucha política nacionalización-desnacionalización.

La convocatoria a los sectores sociales de la ciudad de El Alto, que protagonizaron durante los luctuosos levantamientos de Octubre Negro (2003), la derrota del gobierno de entonces, agrega a la confrontación ideológica populismo-liberalismo, otra fuente de confrontación de apoyo al MAS, contra las huestes de Unidad Demócrata, dispersas entre La Paz, Santa Cruz y Beni.

A la vez, las declaraciones del candidato del Movimiento Sin Miedo definen claramente la lucha electoral en tres compartimentos: 1) El MAS; 2) UD y; 3) las candidaturas de MSM, PDC y Partido Verde de Bolivia, criticadas por el postulante de UD a la vicepresidencia.

UD se enfrenta sola al candidato del MAS; es rechazada por el MSM en respuesta a las sui géneris aseveraciones del candidato a la vicepresidencia por UD y es obvia la indiferencia del PDC y del PVB que tampoco comulgan con la alianza.

Utilizando términos precisos, la lucha electoral es todos contra todos con la salvedad de que, el oficialismo con sus organizaciones sociales y el respaldo del pleno poder político, lleva ventaja.

Es posible que las elecciones del 12 de octubre sean muy duras y que, sobre las candidaturas de oposición, con sus grandes diferencias y rencores entre ellas, se desplome el voto popular y de la clase media. Salvo que ocurra un milagro, casi imposible en el breve tiempo de apenas dos meses para los comicios (Clovis Díaz).

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