[Alberto Zuazo]

Punto aparte

Capitalización produce la bonanza


En la campaña electoral vigente no es aceptable tergiversar los hechos históricos, con mayor razón cuando se trata de la economía. Este sector es el eje central de la realidad nacional.

La administración de Evo Morales no incorporó ni un solo nuevo sector a las exportaciones. El oficialismo sostiene que el país está en bonanza. En alguna medida, es cierta la afirmación.

La exportación de los productos de los tres sectores tradicionales citados ha producido en 2013 el ingreso de US$ 12.042 millones. El crecimiento porcentual del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido de 6,78%. El monto del PIB fue de alrededor de $us 32.000 millones. Las reservas internacionales netas ascendieron a US$ 14.430 millones.

Por lo general, la memoria pública no está pendiente de esos datos numéricos, lo único que percibe es que ahora tiene más capacidad de consumo, cuyo aporte al PIB incidió en 2,9%, por lo que se situó en el primer lugar. La pobreza, pese a los avances de los últimos 15 años, es de 40,9%. En los años 70-80 era del 80%.

El ingreso por la exportación de gas natural en 2013 alcanzó a $us 5.585,60 millones, cifra que representó el 51% de los ingresos de las exportaciones. El resto aportaron la minería (aunque con bajas significativas en sus cotizaciones) y las manufacturas.

De lo anterior se desprende que el gas natural es el que genera el mayor ingreso del país. En los primeros años de los 90 la situación era totalmente a la inversa. YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos) virtualmente había agotado sus posibilidades de crecer.

En 1990 su aporte al PIB era de 3,11%; en 1991, 0,74%; 1992, 0,93%; 1993, 2,38%; 1994, 8,58%; 1995, 3,32% y 1996, 2,24%. Ante un colapso casi inminente de YPFB, tuvo que buscarse alguna solución, porque de producirse ella iba a requerir que Bolivia vuelva a importar petróleo, extremo que había sido superado en 1954.

Ha sido, pues, en tales circunstancias que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada recurrió a la Capitalización de YPFB. De esta manera, 12 empresas petroleras, algunas de ellas las mayores del mundo, empezaron a operar en Bolivia, a partir de 1996.

Acerca de este proceso, UDAPE (Unidad de Análisis de Políticas Económicas) expuso en uno de sus informes lo siguiente:

“De acuerdo con un estudio retrospectivo publicado en el año 2000, el sector de hidrocarburos contribuyó en un promedio de 3,2% del PIB durante el período 1990-1996 (antes de la Capitalización), participación que aumentó a un promedio de 15% durante el promedio de 1996-1998 (después de la Capitalización). Además, antes de la incorporación de los socios estratégicos de YPFB, no existían suficientes reservas probadas para cubrir los compromisos de exportación (en 1994 se firmó el acuerdo con Brasil) y el consumo interno durante un horizonte de 20 años…”.

“En 1994 se promulgó la Ley de Capitalización, con el fin de inyectar capital de inversión a las empresas productoras del Estado y traer socios estratégicos a las mismas, para hacerlas más rentables, solventes y productivas. A diferencia de la privatización tradicional, mediante la cual un inversionista adquiere de inmediato la propiedad total del patrimonio de una empresa, la Capitalización implica un aporte de capital nuevo, que por lo menos duplica el patrimonio existente y conforma una nueva empresa en la que el Estado Nacional (no ya el aparato estatal) mantiene el 50% de las acciones… En vez de utilizar los recursos de privatización para cubrir brechas en la balanza de pagos o el déficit fiscal, la Capitalización exige inversión de mediano y largo plazo directamente en las empresas para su futura expansión. Además, cambia el rol del Estado, de uno de productor al regulador de los sectores”.

En 1993 (antes de la Capitalización), el total de las exportaciones de Bolivia fue de 808.9 millones de dólares; el gas natural de 90.2 millones. En 1999, cuando empezó la producción de gas, por efecto de la Capitalización, las exportaciones del país ascendieron a US$ 1.405.364. En 2005, a 2.943.086; en 2006 (cuando empezó el gobierno de Morales y se “nacionalizaron” los hidrocarburos), subió a US$ 4.860.329. La participación del gas natural, en 2005 ha sido de US$ 1.086.500; en 2006, 1.667.503, y en 2007, 1.971.238.

En cambio, en 1992 se reducían a apenas 773.8 millones, mientras que en 1993 hubo un pequeño repunte, al situarse en US$ 808.9 millones. Es necesario establecer estos contrastes para establecer que la Capitalización fue el hito fundamental para la actual “bonanza” económica.

Para mayor abundamiento, un reciente artículo del economista emérito Armando Méndez Morales, en uno de sus párrafos dice: “Para principios del año 1999, habían desaparecido las exportaciones de gas de Bolivia, que adquirieron importancia en la década de los años 80 del siglo pasado (exportaciones a Argentina 1972-1992). Pero, a mediados de ese año se revierte la tendencia, porque se comienza a exportar gas al Brasil… Luego, se reinició la exportación de gas a la Argentina. Para el año 2005 el total de exportaciones de hidrocarburos alcanzaron 1.400 millones de dólares, monto que subió hasta colocarse este año (2014) en más de 6.700 millones, es decir casi cinco veces más… Tanto por aumento del volumen de exportación de gas como por mayor precio, Bolivia obtuvo ingresos por exportación nunca antes conocidos”.

Morales anota que en estos nueve años, en Bolivia no se dio ningún cambio estructural que pudiese haber modificado su carácter de economía primaria exportadora. Expresa que, según el INE, en 2005 el total de exportaciones primarias alcanzaba al 67% del total, incrementándose al 76% para el año 2013.

La “nacionalización” de los hidrocarburos (mayo 2006) debió implicar la salida del país de las empresas petroleras, pero sólo se tradujo en la firma de contratos de operación. Ahora, Bolivia vuelve a importar petróleo.

En sustitución de las inversiones de las empresas, al presente son el Estado y el Banco Central los mayores inversores. El presidente interino de YPFB, Carlos Villegas, admitió, en conferencia de prensa (27/1/14), que la exploración petrolera es una asignatura pendiente. En el quinquenio 1998-2003 se perforó un promedio de 51 pozos/año.

La revuelta de El Alto, en 2003, que derrocó a Sánchez de Lozada, frustró el proyecto LNG, constituido por tres de las mayores empresas petroleras que operaba en el país. Impidió la exportación de gas a EEUU. La inversión inicial iba a ser de 6.000-9.000 millones de dólares, para perforar 18 nuevos pozos, instalar una refinería, así como plantas de licuefacción y regasificación, y un gasoducto.

Chile estuvo dispuesto a ceder un enclave, probablemente, en el puerto de Patillos (sur Arica), para instalar la planta de licuefacción. Hasta allí debía construirse el gasoducto. La de regasificación iba a situarse en el Golfo de México. El contrato provisional de compra del gas en la costa de California estaba ya suscrito. El gas licuado iba a ser transportado desde Chile a EEUU en una flota de barcos metaneros.

El mayor experto petrolero del país, Ing. Carlos Miranda, al realizar un recuento del sector, en el libro “Nacionalización”, sostiene que “Hemos fallado en el momento histórico de convertirnos en el país gasífero más importante de la región, como centro de producción y transporte de gas para el Cono Sur, y hemos perdido los beneficios económicos y geopolíticos que esto hubiera representado”.

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