Ébola, desde una perspectiva geopolítica



Fragmento de "el triunfo de la muerte", Pieter Brueghel El Viejo, 1562.
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En el Siglo XIV de nuestra era, la Peste Negra eliminó a miles de habitantes de Europa y su epicentro fue sin lugar a dudas Florencia, Italia, mientras que en el Siglo XXI, al final de los primeros quince años, surgió y está en progresión el virus del ébola, en el continente africano.

En ambas situaciones impera el dominio de la muerte, el desequilibrio social, el deterioro económico y el terror de sentirse atacado por el virus y hacer conciencia que, salvo un milagro, no hay salvación.

En la connotación política moderna, el ébola personifica al Africa, continente apetecido desde Livingstone, hasta nuestros días, por sus ingentes recursos naturales y su envidiable posición estratégica en términos de geopolítica.

Bajo este dramático balance, marcado al fuego por el subdesarrollo, los enfrentamientos tribales y la coexistencia de formas hasta rupestres de gobiernos locales, el ébola es en la actualidad el principal enemigo político, económico y mortal de Africa.

EL DECAMERÓN

En el famoso prólogo del Decamerón, su autor Giovanni Bocaccio narró las consecuencias trágicas de la Peste Negra: “Digo, pues, que los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios había llegado al número 1348, cuando en la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las de Italia, apareció la mortífera peste, nacida años antes en los países orientales que, fuera por la influencia de los cuerpos celestes (…)se extendió de un lugar a otro y llegó en poco tiempo a Europa (…) Casi al principio de la primavera del citado año, la mortífera peste hizo su aparición de una forma que yo, llamaría de prodigiosa y no como lo hiciera en Oriente (…) Casi todos al tercer día fallecían, a veces sin fiebre ni otros síntomas. Y fue mayor la intensidad de esa peste, por cuanto se contagiaba con rapidez, de enfermos a sanos, cual se extiende el fuego a las casas inmediatas a él (…) Incluso el tocar las ropas u otros objetos que aquellos hubiesen tocado, o de que se hubiesen servido era motivo de contagio (…) Yo mismo fui testigo con mis propios ojos, tras haber sido arrojados a la vía pública los andrajos de un hombre muerto, a consecuencia de la peste, se acercaron a ellos dos cerdos que los husmearon y luego los desgarraron con los dientes y, a las pocas horas cayeron muertos entre horribles contorsiones”.

Vittore Branca, estudioso del Decamerón, cita el texto de Bocaccio: “…muchos hombres y mujeres abandonaron su propia ciudad, sus propias casas, sus lugares y sus parientes (…) Se había apoderado tal espanto en el ánimo de hombres y mujeres a causa de esta tribulación, que un hermano abandonaba al otro hermano; el tío al sobrino y muy a menudo, la mujer al marido y que aún más, casi increíble, los padres y las madres a sus hijos, como si no fueran suyos, ni les visitaban y rehusaban con asco el servirles; abandonados los enfermos por los vecinos, los parientes, los amigos, no les quedó ningún socorro, salvo la avaricia de sus criados; desparecido todo signo de piedad, no se honraba a los muertos con ninguna lágrima (…), es más se había llegado a tales extremos que se cuidaba tanto de los hombres que morían como ahora se cuida de las cabras…. Y estibados, tal como se hace con las mercancías en la bodega de las naves, eran enterrados con poca tierra”.

En esta introducción, Bocaccio enfoca el efecto multilateral de la Peste Negra, en Florencia y ciudades de Europa: disolución de las sociedades afectadas por la terrible enfermedad exportada desde el Oriente. Entonces, no existía el concepto moderno de geopolítica pero, es evidente, los europeos no habían olvidado el cerco islámico de siglos, al tránsito libre del mar mediterráneo y sus consecuencias en la comunicación y el desarrollo.

EL ÉBOLA

El Congo, además de poseer yacimientos de diamantes, cobre, uranio; grandes plantaciones de caucho, de palmeras de aceite, de cacao y algodón entre otros productos. Azotado por guerras tribales y de independencia, (Patricio Lumumba), tiene un río casi desconocido hasta la aparición del temible virus: el río Ébola.

La denominación del Ébola como mortal virus, directa o indirectamente tiene sus efectos políticos, hoy a nivel mundial. ¿Quién desearía visitar el Africa o simplemente las aldeas cercanas al río Ébola, Congo, después de la patética información?

La nominación “ébola”, a nuestro juicio, trasciende el calificativo médico y se transforma en el mundo, en una negativa calificación que daña política y económicamente al continente africano, al parecer, eterno pastel en continuo reparto que, desde el Siglo XIX, es apetecido por naciones extranjeras.

EL MORTAL VIRUS

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) no hay vacuna contra el ébola, pero están en prueba vacunas y ninguna de ellas disponible ni para el uso clínico. Los casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral. Los brotes de enfermedad por el virus del ébola (EVE) tienen una tasa de letalidad que puede llegar al 90 por ciento.

Este es el virus del Siglo XXI que desgarra a la humanidad y que mal identifica al continente de Africa. Sin embargo, en nuestro siglo, el virus no es invencible y más temprano que tarde, caerá fulminado por la ciencia. (Clovis Diaz)

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