¿El FÚTBOL BOLIVIANO GOZA DE BUENA SALUD?

Sergio Apaza Vera, entrenador de fútbol


Me ha tocado dirigir en todas las regiones del país, excepto Pando, ya tocará hacerlo. He descubierto en todas las regiones de Bolivia algo muy importante: la buena salud del fútbol boliviano.

En este tiempo he constatado que cada vez que agarran la pelota jugadores como Maurico Saucedo, Jhasmani Campos, Rudy Cardozo, Joselito Vaca, Alejandro Bejarano, Pablo Escobar, Amilcar Sánchez, Jehanamed Castedo, Miguel Loaiza (puedo hablar de arqueros, defensores, goleadores, etc. etc.) y muchos otros de quienes me olvido y pido disculpas por ello, pero el fútbol se viste de gala, y a pesar de los nervios que me producía, porque a muchos los veía como rivales, en el fondo yo tenía ganas de que se la dieran siempre para poder disfrutar de todo ese talento.

Todos hábiles, de toque exquisito, algunos con gambeta demoledora, buena pegada y una lectura inteligente del partido, cosas que sin exagerar, los acercan a los cracks que hay regados por el mundo del fútbol, haciendo de las suyas. Quise comentar este acápite porque me parece demostrativo de lo que es el fútbol boliviano. Muy buenos jugadores en un entorno que no sólo no los favorece para nada, sino que los perjudica al extremo de hacerlos pasar inadvertidos, salvo que tengan la suerte de emigrar. ¿A que me refiero cuando hablo del entorno? En primer lugar a la situación económica del país, con su carga de pobreza y, lo que es peor, la marginación social que produce, que es de donde sale la mayor parte de los jugadores de fútbol; por eso llegan al fútbol profesional con mala formación en diferentes aspectos: tácticos, técnicos, baja autoestima, nutrición, etc. La deficiente organización de la mayoría de los clubes, donde no se encuentran muchos indicios de profesionalismo. La también insuficiente organización de los campeonatos, con normas tan ambiguas en algunos casos sólo se cumplen a medias. La mentalidad de muchos de sus dirigentes, que no terminan de comprender el fenómeno y de ayudar a los jugadores. El mal estado de los campos de juego (terreno, graderías, iluminación), y el pésimo estado de los vestuarios,donde en muchos casos hasta son insalubres, salvo honrosas excepciones.

Rescato algunas declaraciones de jugadores del fútbol boliviano realizadas en el diario El Deber en ocasión de la disputa de la Copa de Invierno 2014. Aunque no jugó este torneo, Gualberto Mojica: dijo que la cancha del “Tahuichi” es la peor de las que hay en las principales ciudades del país. “Es lamentable ello, y lo peor es que luego nos exigen que practiquemos buen fútbol”. Ronald Raldes: “El estadio se cae a pedazos y todos estamos mirando y sin hacer nada”. Matías Dituro, sostuvo en referencia a la iluminación del “Tahuichi” Aguilera” que es problemático hasta para salir a cortar centros, porque se tiene poca visibilidad.

Joselito Vaca fue más allá al cuestionar la construcción de un parqueo y una plaza cuando las necesidades más urgentes son contar al menos con una buena cancha. Ni hablar de duchas, baños de inmersión y urinarios.

Hay campos de juego en los que no se debería permitir jugar, y peor lugares de entrenamiento; obviamente, reiteramos, hay honrosas excepciones.

Sin embargo, el fútbol boliviano goza de buena salud, principalmente por dos factores que, a mi juicio, son decisivos: siguen naciendo talentos para la práctica del fútbol en todas las regiones de Bolivia y, sobre todo siempre dispuestos a aprender, a incorporar conceptos que lo mejorarán en lo individual y en lo colectivo para seguir creciendo.

El entorno del que hablo nos condenó al ostracismo durante varios años, pero de todos modos nunca se perdieron los conceptos fundamentales, seguimos fieles a sí mismo. A pesar de la decadencia que sufrimos, después del Mundial U.S.A. 1994, permanentemente surgen jugadores con buen pie. Ahora vivimos una etapa donde parece que se dan las condiciones para que volvamos a ocupar el sitio de privilegio a nivel internacional, al menos en Sudamérica.

Cuando Bolívar se clasificó a la semifinal de la Copa Libertadores de América, yo estaba comentando el Mundial Brasil 2014 con algunos periodistas argentinos y me preguntaban por las posibilidades del equipo de Azkargorta. Yo les decía que había que tener cuidado porque era un equipo con una camada de buenos jugadores, bien trabajado, convencido de lo que quería y por lo tanto sabía jugar al fútbol; a muchos de ellos yo conocía porque los había tenido. Y así fue: antes que cualquier otra consideración, se vio un equipo que conocía el juego, su esencia, lo que le permitió finalmente hacer una buena campaña.

Vivimos en un entorno en el que prevalecen comportamientos que muestran a los actores mirando hacia horizontes diferentes. Primera conclusión:

“No podemos ser lo que queremos si permanecemos igual”. Hay que cambiar mentalidades y conductas, si queremos cambiar los resultados.

 
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