El valle de las hormigas perdidas:

Minúsculos en 3D

La cinta es un coctel de creatividad y técnica, refuerza las buenas producciones gestadas en Francia en el apartado de la animación y logra que espectadores de toda edad se emocionen por igual.


La filmografía francesa siempre ha tenido presente priorizar las imágenes y suprimir en lo posible los diálogos, tendencia en la que su mayor exponente es el director Jacques Tati. En cuanto a la animación, siempre ha sido destacada en festivales del mundo. Como buenos ejemplos tenemos El planeta salvaje (René Laloux, 1993); Kirikou y la hechicera (Michel Ocelot, 1998); Las trillizas de Belleville y El ilusionista (Sylvain Chomet, 2003 y 2010 respectivamente); ésta última justamente en homenaje a Tati.

La historia de Minúsculos cuenta con un guión solido y un lenguaje cinematográfico que lo aprovecha al máximo. Sin diálogos de por medio, el director logra que el espectador complete la acción a través de sus propias interpretaciones y sentimientos. Además, la película es una carta de amor a la naturaleza y su cotidianidad que se escapa a los ojos humanos, inyectándole el picante de la fantasía.

Nos encontramos en esta encantadora aventura con hormigas negras trabajadoras y nobles, hormigas rojas villanas por naturaleza, una mariquita heroína… e innumerables insectos y animales de la fauna silvestre que expresan una profunda personalidad, dando a este ecosistema una organización y jerarquía de poderes que por supuesto se reflejan en el mundo humano.

El francés Thomas Szabo tejió la idea hace 8 años cuando dirigió la saga de cortometrajes Minusculos: La vida privada de los insectos, sin diálogos humanos y mezcla de naturaleza real con insectos generados por computadora. En esta ocasión, con un mayor presupuesto para la animación, se muestran de forma más detallada las expresiones de los insectos, sumadas a sonidos guturales muy característicos, por tanto la verdad es que no se trata exactamente de una película muda.

Su rodaje en 3D y cinemascope, se realizó en el sur de Francia en los parques nacionales del Mercantour y Ecrins. Es una mezcla de animación en tres dimensiones combinada sobre un fondo de paisaje natural. La gran novedad es la sinuosidad del movimiento de la cámara y la angulación que observa desde diferentes posiciones, otorgándole una forma de apreciación analítica a los espectadores, cuya inmersión en el relato resulta irresistible.

Los personajes fueron concebidos con una gran personalidad y cada uno de ellos, tanto protagonistas como secundarios, mantienen vívido el interés de la audiencia. La exquisita banda sonora inspirada en composiciones del ruso Serguéi Prokofiev, destaca por su sencillez y es casi un poema aderezado con sonidos naturales típicos del entorno.

En definitiva, Minúsculos es un filme que no sólo disfrutarán los pequeños. De hecho, las secuencias de las persecuciones, resueltas con una impresionante técnica de movimiento trepidante, evoca la saga Rápidos y furiosos. Sin duda una de las más destacadas propuestas cinematográficas de los últimos años tanto en técnica como en contenido lúdico-educativo.

 
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