Bloqueo, arma perversa contra el país

En las tres últimas décadas, bloqueos a carreteras interdepartamentales y ciudades de nuestro país, con seguridad ocasionaron millonarias pérdidas al Estado, a la empresa privada y a la ciudadanía nacional.

Con cualquier motivo, infundado o no, tumultos de todos los sectores sociales e incluso grupos pequeños de hasta diez personas, bloquean una carretera y paralizan el libre tránsito y transporte de viajeros y de carga, creando problemas no sólo individuales, sino también, perjudicando a la economía nacional.

Las carreteras interdepartamentales son utilizadas para caminatas de cientos de kilómetros, impidiendo la circulación de vehículos; además, acaba de surgir en el altiplano paceño una mala costumbre: hacer de las principales carreteras asfaltadas una especie de gran salón de festejos y de baile. Esta sui géneris “costumbre” ocasiona choques y la muerte de varios danzarines del folklore.

El bloqueo de sindicalizados o de empresarios privados que lucran con el transporte local, provincial y departamental paraliza la vida en las ciudades bolivianas y sustancialmente, en La Paz y El Alto genera conmoción social. Nadie puede trasladarse de un barrio a otro, mientras que los “transportistas” que rompen el paro son azotados y sus vehículos casi destruidos.

Esta es una modalidad de intransigencia y de chantaje, contra la sociedad boliviana, contra el desarrollo nacional y contra la imagen internacional de Bolivia.

Dadas las circunstancias, el bloqueo y las marchas que entorpecen el normal trabajo y desplazamiento de la ciudadanía han dejado de ser simples protestas para convertirse en un arma política que impacta en el habitante del campo y de la ciudad.

La ciudad de La Paz, entre todas del país, es la que sufre a diario y con cualquier motivo, el abuso de transportistas, sindicalistas y ahora, de propietarios de vehículos ilegales.

Coronando esta situación política, La Paz aguarda una marcha de la Tercera Edad que, sin lugar a dudas, competirá con los actuales bloqueos en paralizar la actividad normal de nuestra ciudad.El bloqueo, al fin de cuentas, es un arma política y desleal contra el país. (Clovis Díaz)