[Harold Olmos]

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La noche de Alcides


Alcides Parejas Moreno festejó sus 70 años con el fruto de una idea que hacía tiempo germinaba en su cabeza. El martes 28, ante unos 300 convidados, presentó “Historia de los Cruceños”, obra mayúscula que reconfirma su condición como uno de los intérpretes y narradores más sólidos y prolijos de la historia del oriente boliviano. Como cierre de oro que engalanó una noche repleta de sentimientos regionales, la celebración dio lugar a una de las mayores veladas cívicas de los últimos tiempos y a una reafirmación de los valores que esculpieron la personalidad de la región por encima de las adversidades.

La presentación de la obra tuvo el marco musical del sexteto vocal Contrapunto, que premió al auditorio con piezas del folclore romántico y picaresco de la región, y trajo una atmósfera alegre que invadió el patio principal de la Fraternidad “Haraganes”, una de las más tradicionales de la ciudad. Al prolífico escritor, sumergido en el éxtasis de su celebración, el sexteto le ofreció un tema que caló profundo en la audiencia. El escritor apretó los ojos unos instantes y al abrirlos disfrutó con asombro la plenitud de la interpretación que el sexteto le regaló: “A mi manera” (My way), de Frank Sinatra. Fue una forma de patentizar, en ese momento, la tradicional conducta cruceña de no dejarse vencer.

“El espíritu cruceño fue siempre el de vencer. Nuestra voluntad de salir adelante nunca va a cambiar”, dijo el decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Privada de Santa Cruz, Víctor Hugo Limpias, al presentar la obra. Resumió un sentimiento de desánimo colectivo respecto a algunas porciones de sus élites que estos días se percibe en toda la región. “Vamos a salir de este momento complicado… vamos a salir adelante”, enfatizó, al subrayar que el cruceño es un pueblo que nunca dejó de construir. “Esta Historia no termina aquí; los cruceños seguiremos adelante pese a cualquier obstáculo, porque es nuestro destino, porque así queremos que sea…”.

A su lado, el novelista Ruber Carvalho fue más incisivo: “…Las luchas cruceñas del 11% que costaron sangre, sudor y lágrimas se van quedando en el olvido de la nueva gente de un estado plurinacional racista y discriminador. El sólo pensar en un retorno folklórico al indigenismo es remar contra la corriente, cuando todos los ríos tienden ir al mar. Y del mismo modo que estamos perdiendo la perspectiva del mar, estamos equivocándonos de camino en esto de la locomotora de la economía que ni siquiera nos dejan conducirla”.

Parejas lucía preso del éxtasis de quien ha cumplido una de sus metas más acariciadas. En un somero agradecimiento, dirigido primero a sus padres, su esposa Carola (“más paceña que el chuño”), sus hijos, sus nietos (“de los que cada día me enamoro más”), hermanos y la multitud de Parejas que llenaban páginas cuando había guías telefónicas, convocó a los cruceños a reafirmar el apego y orgullo por sus cosas propias, de la historia a las costumbres que conforman su ser y que postuló no dejarse quitar. ¡“Primero lo cruceño”! La voz le salió ronca. “Si no somos cruceños, ¡cómo vamos a ser bolivianos!”.

Contrapunto dio el contorno musical a las ideas que acompañaban a las frases del historiador y, bajo una algarabía entusiasmada, interpretó la popular canción carnavalesca “Que viva el Camba”.

¿Cómo fue la gestación y culminación de la obra?

“Fue fácil”, me había dicho con feliz espontaneidad durante una entrevista en la que le pedí que describiera el ambiente en el que la idea fue concebida: un mar de libros, folletos, manuscritos y miles de otros documentos del Archivo de Indias, en Sevilla, cuando hace casi medio siglo quemaba sus pestañas estudiando en la Universidad de Navarra.

Para Parejas la empresa resultó fácil porque, al tener clara la meta desde temprano en su carrera de historiador, había ido construyendo los peldaños que, a lo largo de una treintena de obras, fueron el andamio para llegar sin atajos a la “Historia de los Cruceños”. Cada paso de esta construcción fue una obra redonda, inclusive los ensayos, con un diseño narrativo asentado en las historias que encontró y estudió.

La mayoría de los personajes de sus novelas surgió del conocimiento del pasado y presente de Santa Cruz de la Sierra (hace énfasis en decir siempre el nombre completo) a través de su vida de estudios de una región del continente de la que es erudito como muy pocos.

El desplazamiento histórico de “Historia de los Cruceños” (471 páginas, Editorial La Hoguera) conecta algunos personajes y episodios que el lector de las obras de Alcides Parejas encuentra apropiadamente ubicados en “El Señor de El Dorado”, “La Francesita” y “Mi nombre es Clotilde”, tres de sus novelas más recientes; la obra trae el Memorándum de 1904, documento geopolítico boliviano fundamental, casi desconocido en las regiones occidentales, inclusive entre algunos de sus líderes máximos, y llega al “cabildo del millón”, a fines de 2006 , la última hazaña multitudinaria escenificada en Santa Cruz de la Sierra frente al poder central.

El libro es mucho más, pues también trae compendios de la cultura cruceña, la economía regional y, hasta no hace mucho, su precaria vertebración física como una enciclopedia concentrada que no debería faltar en ninguna biblioteca, especialmente del oriente boliviano.

Como el título de uno de sus ensayos, esa noche del 28 de octubre “Santa Cruz era una fiesta”. El marco risueño también lo dieron jóvenes de Casateatro, el grupo teatral cruceño a cargo de René Hohenstein, director del Festival Internacional de Teatro que bianualmente se escenifica e esta ciudad. Los jóvenes, vestidos a la usanza del Siglo 19, protagonizaron una fugaz representación de Alcides D’Orbigny, Clotilde, y otros personajes de las novelas del historiador.

Ruber Carvalho resumió su opinión sobre la obra: “El libro de Alcides, por el título, la presentación y el contenido, me da envidia, no sana envidia, como tantas veces se dice, sino simplemente envidia”.

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