[Alberto Zuazo]

Punto aparte

Reto 2015: industrializar el estaño


Es evidente que, tal vez por los genes, los bolivianos son más propensos al comercio. Pero esto no debe permanecer por siempre.

El ser humano tiene la capacidad de superar sus limitaciones naturales y esto es lo que corresponde hacer en Bolivia.

Quiérase o no -aunque no faltan los ignorantes- la globalización es un proceso del que el país no puede excluirse, al menos por voluntad propia. Al contrario, tiene que salir al encuentro de lo que acontece en el mundo y adecuarse a la corriente dominante, para no ser sus parias.

Desde que Simón I. Patiño incursionó en la minería, sin saber nada de ella, invirtió las 5.000 unidades monetarias de comienzos del siglo pasado que poseía, y se asoció con el dueño de un yacimiento minero, que en la apariencia era modesto, pero le abría la posibilidad de salir de la monotonía de ser comerciante provincial.

Tan exigente fue en sostener su espíritu pionero que hasta su esposa ha sido “palliri” del mineral, lo que exige extraerlo de los pedazos de las rocas que se extraen de exploración y explotación de las minas.

Su perseverancia empezó a dar frutos. Entonces, lo primero que hizo es bautizar a la mina con el elocuente denominativo de “La Salvadora”. Ese ha sido su comienzo, pero por su inquietud por el trabajo y seguramente por la riqueza, amplió sus operaciones, hasta convertirse en el “Rey del Estaño”.

Compró o instaló fundiciones de estaño en Inglaterra y EEUU. En ese tiempo, no existía la tecnología para que operen en las alturas del occidente boliviano, aunque con el tiempo se hizo posible. En 1966-1971 se instaló la Fundición de Vinto y se la amplió en 2014, para producir lingotes de estaño. Patiño muchos años antes murió, si hubiera vivido hasta entonces, seguro que los lingotes los hubiera industrializado.

En todo caso, esta es la herencia efectiva que legó al país, pese a la mala fama que tuvo después, por influir o inmiscuirse en la política, para proteger sus intereses.

Por ser un emprendedor, no habría sido de extrañar que igualmente quisiera explotar otras riquezas naturales que existen en Bolivia. Para bien o para mal, si esas hubieran sido sus intenciones, de todos modos, otras serían las circunstancias actuales del país.

Pero volvamos al estaño. Este 2015 que se inicia podría ser propicio para industrializarlo en el país, en vez de seguirlo exportando como materia prima.

En consulta telefónica al Ing. geólogo Dionisio Garzón, uno de los mayores expertos nacionales en minería, explicó que no sólo se tenía lingotes de estaño dispuestos para la industrialización, sino también de bismuto y de antimonio. O sea que, en buenas cuentas, se cumple aquello de que los bolivianos están “sentados en silla de oro”.

Resulta deplorable que, por lo menos hasta ahora, no sean capaces de aprovechar esas y otras posibilidades múltiples que se tiene en otras áreas. Prefieren convivir con la pobreza o debatirse en ésta.

En los depósitos bancarios se tiene millones de bolivianos

-convertibles libremente en dólares- sin aprovechar la posibilidad de multiplicarlos, invirtiendo en la industrialización del país. La recomendación del Ing. Garzón, sin embargo, es que sea competitiva, para intervenir en la globalización. No ser simples espectadores o víctimas.

A fin de que esos millones de bolivianos que duermen en los bancos, para ganar míseros intereses, el Gobierno debe dejarse de “chambonear” y poner en vigencia la Ley de Inversiones, incluyendo el Reglamento respectivo.

El inicio de la industrialización minera debe darse con el estaño. Es un mineral de excepcionales condiciones para las aleaciones con otros metales, como el cobre, hierro, cromo y plomo.

Las aleaciones permiten acuñar moneda metálica. Ser el revestimiento protector del cobre, del hierro y de varios otros metales usados en la fabricación de latas de conserva.

Sirve también para disminuir la fragilidad del vidrio. Los compuestos de estaño se emplean, asimismo, en la producción de fungicidas, tintes, dentífricos (Sn2) y pigmentos.

Con las aleaciones correspondientes, se lo emplea en la soldadura de empalmes entre cables de los circuitos eléctricos y/o electrónicos. Y, para redondear la ductilidad que tiene el estaño, España es uno de los mayores fabricantes de cápsulas de estaño, utilizables en otra serie de opciones.

Con esta enumeración se pretende demostrar que no siempre se requiere grandes inversiones para instalar una industria que esté al alcance del capital privado nacional. El estatal es frustrante y el externo está ahuyentado.

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Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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