Misión apostólica del Papa

Se anunció desde el Vaticano que el Papa Francisco viajará a América Latina y, dentro de ese periplo, visitará Bolivia. En mayo de 1988, Juan Pablo II nos visitó y mostró su amor y bondad para todos; predicó sobre la importancia de la unidad, la solidaridad, la paz y la concordia; tuvo contacto con el pueblo y demostró que la Iglesia Católica vive los pasos de cada componente de la humanidad, en cumplimiento de su apostolado.

Para muchos pueblos, los viajes del Papa -casi siempre llamado el “peregrino de la paz, del amor y la justicia”- tienen la finalidad de encontrar a los pueblos, ver sus necesidades y urgencias, mostrar los caminos de la salvación a través de la doctrina de Jesús que vivió y murió por la salvación de todos los hombres. Los papas, por principio evangélico, buscan la unidad y la paz, la concordia y la solidaridad entre pueblos y naciones, la desaparición de las causas que determinan la presencia de guerras y confrontaciones, la desaparición de la pobreza, del hedonismo, del materialismo y de toda forma que atente contra la vida.

El Papa Francisco, siguiendo las líneas trazadas por los papas Juan XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II, demuestra, desde el inicio de su pontificado, interiorizarse de la realidad que vive la humanidad mostrando vocación de servicio porque tiene el convencimiento de que donde se predica el cristianismo puede ocurrir todo lo que implique superación del hombre y el triunfo sobre dificultades materiales y espirituales.

Los viajes del Papa son peregrinajes apostólicos que pretenden mostrar los caminos que el cristianismo ofrece a la humanidad tanto para su bienestar temporal como para su salvación eterna; los contrarios al catolicismo creen que el Papa no tendría que ver con la vida terrenal sino sólo con la atención espiritual de los hombres y los pueblos; olvidan que Cristo predicó, amó, vivió y murió en pro de la vida del ser humano de todas las generaciones sin separar su vida terrena de los valores espirituales. Por ende, la Iglesia Católica debe y puede estar en todo lo que concierne al hombre, velar por su seguridad terrenal y su futuro eterno. No hace ni milita políticamente porque su misión es muy superior a todo lo que signifique discordias, contradicciones, rivalidades, radicalismos y extremos que dañan la vida y seguridad del ser humano, como muchas veces ocurre en el quehacer político-partidista.

El Papa, pues, con sus viajes busca al hombre, al necesitado, al pobre, al que sufre hambre y enfermedades y al que se encuentra en las encrucijadas del materialismo, del ateísmo y del hedonismo. Busca que los hombres encuentren los caminos de la liberación, de la salvación de acuerdo con los principios cristianos, al margen de lo que propugnan doctrinas materialistas que creen en la liberación del hombre mediante las armas, de las luchas fratricidas, del holocausto que fomenta el armamentismo, de la lucha de clases, de las injusticias económicas y sociales.