MASCOTAS

Los perros distinguen si estás contento o enfadado



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Llegas a casa después de un largo día de trabajo en el que las cosas no han ido del todo bien y tu perro no viene a saludarte. No te preocupes, es posible que haya percibido tu enfado. Por primera vez, un experimento prueba que los canes diferencian entre las expresiones emocionales de los rostros humanos, en concreto, discriminan entre las caras de alegría y enfado. Ningún otro animal ha demostrado una capacidad como esta.

Durante la última década, los científicos han intentado demostrar si los perros tienen emociones y si son capaces de responder a las expresiones emocionales de otras especies. Sin embargo, hasta ahora ningún estudio había sido lo suficientemente convincente para confirmar esta cuestión.

Un nuevo trabajo, publicado recientemente en Current Biology, prueba por primera vez que las mascotas caninas discriminan entre las expresiones de las caras humanas. “Se trata de la primera evidencia sólida de esta habilidad en animales no humanos para distinguir entre emociones faciales de otra especie”, declara a Sinc Ludwig Huber, coautor del trabajo en el Instituto de Investigación Messerli de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria).

Ni siquiera chimpancés, orangutanes o gorilas han demostrado ser capaces de diferenciar los sentimientos en los rostros de otras especies. El primatólogo Frans de Waal, que no ha participado en esta investigación, confirma a Sinc que “existen cientos de estudios que muestran que los primates reconocen expresiones faciales, pero de sus propios congéneres”. En general, para los animales, “distinguir las emociones de otras especies no es muy interesante, porque ¿qué ganarían con ello?”, se pregunta. Sin embargo, los perros son una excepción: “Los alimentamos para que convivan con nosotros, así que no es sorprendente que hayan desarrollado esta habilidad”.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores hicieron un experimento con perros de diferentes razas como retrievers, pastores, border collies, terrier y mongrels. En la fase previa, les mostraron 15 pares de imágenes de una misma persona representadas sólo por las mitades de la cara en las que se apreciaban los ojos o la boca en expresiones de enfado y de alegría y “únicamente una emoción fue un estímulo de recompensa”, dicen los autores.

ROSTRO SONRIENTE, POSITIVO. ROSTRO ENFADADO, NEGATIVO

Tras los resultados del entrenamiento, once perros fueron seleccionados para el experimento final. En este se probó si eran capaces de transferir su conocimiento sobre la emoción con la que serían recompensados al distinguir las expresiones de enfado y de las de alegría.

En el test, realizado también con pantallas táctiles, sometieron a los canes a cuatro pruebas diferentes: se incluyó la misma mitad de las caras que las de los entrenamientos, pero contando con nuevos rostros; otras partes de las mismas caras que se usaron para los entrenamientos; otras partes de la cara, pero en personas distintas, y las mitades izquierdas de los rostros de los entrenamientos.

Los resultados definitivos demuestran que los perros no sólo pueden aprender a identificar las expresiones faciales, sino que también son capaces de trasladar lo que han aprendido en los entrenamientos a nuevas situaciones y caras, “incluso sin haber visto ese rostro nunca antes”, declaran los investigadores, que añaden que los perros saben que esas dos expresiones tienen diferentes significados; es decir, que asocian un rostro sonriente a un significado positivo y un rostro enfadado a uno negativo.

De hecho, en el caso de las expresiones de enfado, los perros alcanzaron el criterio de aprendizaje a un ritmo más lento que los que fueron recompensados por tocar las caras alegres. “Parece que responden a una cara enfadada como responderían a un estímulo intimidatorio, lo que indica que asocian los significados con ambas expresiones”, observa Huber, quien añade que en el entrenamiento estas mascotas tuvieron que vencer la tendencia natural de alejarse de ese estímulo negativo.

“Sólo pudieron resolver la tarea memorizando cómo es un rostro alegre o enfadado, por ejemplo, asociando una sonrisa o una boca alegre con ojos alegres. Resolvieron esa tarea basándose en una expresión emocional”, apunta Huber.

¿HABILIDAD COMPARTIDA CON OTROS ANIMALES?

Sin embargo, “no sabemos en detalle cómo los perros son capaces de discriminar entre una expresión y otra. Sólo sabemos que son capaces de hacerlo. No hemos probado los procesos de su cerebro como se haría en humanos con un escáner”, afirman los científicos.

Según el equipo de investigación, “lo más probable es que los perros memoricen cómo es la expresión emocional de un humano como un todo y así son capaces de recordar esta información en frente de la pantalla táctil”. Los canes parecen también utilizar algún tipo de conocimiento de su experiencia diaria al estar con humanos y “esta experiencia es almacenada en forma de memoria o por asociación entre las diferentes partes de la cara”.

Tras este estudio, los científicos podrían probar si los perros comparten esta habilidad con los lobos. Intentarían responder a una cuestión importante: si esta habilidad está basada en una predisposición genética, en la domesticación o únicamente en la experiencia individual.

“Parece muy probable que otros animales también tengan esta habilidad”, aseguran. En opinión de los investigadores, el animal que convive en estrecha relación con otra especie que muestra claras expresiones emocionales debería ser capaz de descifrarlas con algo de experiencia. “Esperaría esta habilidad también en la mayoría de las especies domésticas o animales que conviven con humanos, como por ejemplo, monos en cautividad o animales de zoo”, asevera Huber.

Además, para los investigadores sería interesante comprobar si los perros comparten nuestros sentimientos, si muestran empatía, y si esa es una de sus razones por las que tienen una relación tan estrecha con las personas. “Si sabemos que los animales son capaces de leer, comprender y reaccionar a nuestras emociones, esta investigación tendrá un gran impacto en el conocimiento sobre las interacciones entre humanos y animales y en el bienestar animal”, concluyen.

 
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