Identifican “graves prácticas nocivas” contra niños en 28 municipios del país

El diagnóstico muestra que en algunos casos los adultos no consideran a los menores como personas, sino como objetos y, por tanto, no se perciben como sujetos de derecho.


En el estudio se encuentra información sobre el maltrato físico y sicológico, la negligencia, el trabajo infantil y la explotación infantil.

Un diagnóstico realizado en 28 municipios detecta que la sociedad boliviana comete “graves prácticas nocivas” contra la infancia, como dejar morir a una bebé porque es mujer, quemar nalgas a los niños con enuresis (que se orinan), quemar sus manos para enseñarles disciplina, usar el castigo físico como elemento educativo o incluso la iniciación sexual de las niñas, por parte de los padres.

De acuerdo con los resultados del estudio, a cargo de la psicóloga Jimena Tito e impulsado por Visión Mundial, al que tuvo acceso el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia, el problema es grande si se considera que las formas de violencia se ejercen dentro del hogar por parte de padres y/o madres, pero también en instituciones estatales como la escuela, donde la enseñanza de “disciplina” hacia la infancia está a cargo de maestros y se expresa en castigos corporales tan normales que hasta tienen nombres, como la regleta, parada de mano, el chancho, el pozo.

La investigación realizada a lo largo de este año ha identificado muchísimas prácticas culturales nocivas en contra de la infancia. El diagnóstico cualitativo tenía el objetivo de encontrar las causas inmediatas, subyacentes y fundamentales de la violencia en contra de los niños, niñas y adolescentes, mediante un método específico de trabajo tanto con niños, niñas, adolescentes y adultos.

El método de trabajo comenzó con los niños niñas y adolescentes reunidos en grupos de edad de 8 a 10 años, de 11 a 13 y de 14 a 18, que se reunieron a la vez separados por sexo, para evitar abordar de manera revictimizadora la problemática.

La idea fue que aflorara información sobre el maltrato físico y sicológico, la negligencia, el trabajo infantil y la explotación infantil, la violencia en las escuelas y la discriminación, cinco problemas prioritarios en los mencionados municipios, buscando identificar en cada caso las causas de la violencia.

En cada grupo de menores se utilizaron herramientas específicas para trabajar, por ejemplo en el grupo de 8 a 10 años se compartieron ejemplos de situaciones de la vida cotidiana y de maltrato físico hablando en tercera persona, con los adolescentes se realizaron grupos focales con preguntas estructuradas y disparadoras para identificar directamente un tema sin inducir a la respuesta.

Una vez sistematizada la información recogida sobre las situaciones de violencia dentro de los cinco grandes temas, ésta fue sometida a un análisis previo con la ayuda de expertos e investigadores para abstraer las preocupaciones de protección infantil más sobresalientes. Sobre la base de esa información sistematizada y clasificada, se comenzó una serie de entrevistas con informantes clave, líderes de opinión y padres y madres de familia.

El diagnóstico muestra que en algunos casos los adultos no consideran a los niños pequeños como personas, sino como objetos y, por tanto, no se perciben como sujetos de derecho. Las entrevistas se hicieron con líderes de opinión, dirigentes de la comunidad, padres y madres de familia y a las autoridades.

Así se identificaron las causas inmediatas, subyacentes y fundamentales de la violencia hacia la infancia, y las brechas existentes en los sistemas de protección a la niñez. Jimena Tito explica que el panorama es sombrío porque la sociedad desconoce que todos somos parte del sistema de protección a la infancia, y no sólo instituciones estatales como la Policía o las Defensorías.

Las prácticas nocivas hacia la infancia emergieron en este proceso, donde se registraron situaciones como en Norte Potosí donde se piensa que es mejor dejar morir a un neonato si nace mujer, o sentar en ladrillos calientes a los niños que aún se orinan quemándoles sus nalgas, o quemar las manitos de niños que supuestamente cometieron un robo para dejarles cicatrices en recuerdo de esa infracción o la iniciación sexual de las niñas por parte de los padres.

Los datos desagregados están en pleno proceso de análisis, pero por ahora se puede afirmar, según Jimena Tito, que los más vulnerables son los niños en situación de pobreza, en situación de abandono o de negligencia. Sin embargo más que estar focalizada en un sector específico y hacia una población con rasgos particulares, la violencia expresada en el castigo corporal está generalizada en la sociedad y es aceptada como forma disciplinaria y “educativa”. El proyecto está en su última fase, a punto de publicar los resultados.

 
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