[Severo Cruz]

La teoría de Aspiazu aún está vigente


Un tratado, según criterio formulado por el internacionalista Agustín Aspiazu, puede ser “disuelto” por la “infidelidad” de una de las partes suscribientes. Es decir por el incumplimiento de lo pactado.

La propuesta, al respecto, fue lanzada al debate, nacional e internacional, en busca de consensos para su debida aplicación, mediante el libro de su autoría: “Dogmas del Derecho Internacional”, publicado, “bajo la protección del coronel Agustín Morales”, en 1872. Véase el Artículo 141, en la página 127.

La probabilidad de “disolver” un tratado, por la “infidelidad” o sea el incumplimiento, estuvo en discusión, en los círculos intelectuales del ramo, hace más de 140 años, en la histórica perspectiva de asumir una respuesta definitiva sobre el particular.

Esta posibilidad no ha sido descartada hoy. En ese marco, la ciudadanía nacional se interroga: ¿Y ahora tratarán de estigmatizar a quienes sugieran la revisión, la modificación o la disolución del Tratado de 1904? Y es que los bolivianos que están identificados y comprometidos con la Patria, sobre todas las cosas, no piensan de esa manera. Y creen que cualquier Tratado puede ser readecuado conforme a los tiempos de transformación que se imponen actualmente. Máxime si se advierte el incumplimiento del vecino.

“La República de Chile reconoce en favor de la de Bolivia y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico”, estipula el Artículo 6º del Tratado de Paz y Amistad, firmado, en la ciudad de Santiago, el 20 de Octubre de 1904, entre la República de Bolivia y la de Chile, aspecto que no ha sido honrado por la Moneda.

Un Tratado que, en vez de sembrar semillas de paz y amistad, ha sembrado semillas de hostilidad y de enemistad, en esta parte del Cono Sur. Ha profundizado las manifestaciones de suspicacia en deterioro de la confianza bilateral.

“Los tratados entre distintos Estados son materia de actualización y revisión para adaptarlos a las distintas circunstancias históricas que se van presentando conforme pasa el tiempo”, afirmó, inclusive, el historiador chileno, Gabriel Salazar (EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 12 de mayo de 2015).

El Tratado de 1904, habría que recalcarlo, significó el golpe de gracia para que Bolivia haya sido cercenada de su territorio y mar territorial en el Pacífico. Fue firmado, como reitera la historia, bajo la presión del invasor. “No podemos esperar más. El Gobierno y el pueblo de Chile consideran que han esperado con paciencia. Terminada la guerra, la nación vencedora impone sus condiciones”, aseveró, en tono amenazante, Abraham Koning, en 1900 (“Kollasuyo”, 1975, No. 88, pág. 120).

La demanda presentada por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya no cuestiona el Tratado de 1904, por consiguiente no está en la mesa del debate. Así se resume este punto histórico que se relaciona con el centenario diferendo marítimo. Pero siempre existe la posibilidad de un reajuste en consulta con los supremos intereses nacionales. Esta afirmación resume el sentimiento patriótico de más de diez millones de bolivianos.

En suma: la teoría de Agustín Aspiazu aún está vigente.

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