[Marcelo Arduz]

Con motivo de la esperada visita de Francisco I


El Papa Francisco I, después de la canonización de Juan Pablo II, hizo justicia más tarde que nunca al beatificar al Obispo salvadoreño Carlos Romero, quien hace 35 años fuera asesinado a tiros por la espalda mientras oficiaba la Santa misa. En el país guarda similitud distanciada en más de 3 siglos, la figura del misionero jesuita Julián Lizardi, inmolado a flechazos por los aborígenes del Chaco a los que en la homilía tratara de evangelizar, sin que hasta la fecha la Iglesia boliviana haya postulado siquiera su beatificación.

En el ámbito nacional, la circunstancia parecería no tener relevancia, pues hasta ahora Bolivia no cuenta con ningún santo en su haber, que con luminoso ejemplo oriente la espiritualidad de su pueblo, lo cual es lamentable, baste recordar a José Ingenieros cuando afirma que una nación sin héroes, sabios ni Santos no puede subsistir, porque se hallaría reducida a un conglomerado de “mediocres”...

Y no es que Bolivia carezca de seres excepcionales, como el primero en plantearse al Vaticano en la época de esplendor de la Villa imperial de Potosí: fray Vicente Bernedo (1562-1619), a quien se le atribuyen milagros tales que antes solamente los había realizado Jesucristo, como la resurrección de los muertos, certificada por testimonios y libros enteros de su tiempo. Podía haberse constituido en el primer Santo de suelo americano si el proceso no se hubiera perdido en un naufragio.

De tiempos de la colonia, es conveniente recordar también al mártir jesuita Cipriano Barace, al Arzobispo de Charcas San Alberto (que pasea su nombre sin ser canonizado), Juan de Espinoza (en la Villa de San Felipe de Austria su cuerpo se mantuvo incorruptible durante años), Francisco de Salamanca y Sor Juana Arias (famosos en Cusco y Arequipa e ignorados en Bolivia); y entre otros nombres Francisco del Pilar, Andrés Herrero, José Zampa, Nazaria Ignacia…

Sin embargo, entre todos ellos resulta aleccionador recordar a Francisco (nombre de bautizo cristiano) Tito Yupanqui, el evangelizador andino que luego de entronizar a orillas del Titicaca su famosa escultura, abandona su terruño natal para internarse de ermitaño en el convento agustino del Cusco, muriendo años después en Arequipa en santidad ejemplar no exenta de milagros.

Sobre el tema, procedente del norte argentino -donde tienen lugar en honor a la Virgen de Copacabana las multitudinarias peregrinaciones de Punta Corral que superan a las del Titicaca y sur peruano-, hemos recibido una carta del escritor Sixto Vázquez Zuleta, quien, aprovechando la excepcional coyuntura de la visita papal en los próximos días, sugiere se pueda rescatar la iniciativa de tiempos de la colonia del Virrey Príncipe de Esquilache, al postular su beatificación en momentos que la Santa Sede se proponía canonizar a los representantes de las tres razas más representativas del continente austral...

Aunque la causa entonces no prosperó por pertenecer Yupanqui a la casta incásica, dicho intelectual espera que la situación haya cambiado, alegando que luego de la primera santidad (Rosa de Lima), ya se cuenta con un santo negro (Martín de Porres) y ahora solamente falta el santo inca, esperando que su connacional Francisco I pueda hacer algo para remediar tal omisión.

Juan Pablo II, durante la visita que efectúo al país en 1988, al sobrevolar en avioneta el Santuario del Titicaka dedicó -como inspirado poeta que era- su “Plegaria a la Virgen de Copacabana”, que la publicó en L’ osservatore romano (22.05.1988) y más adelante, cuando el Consejo de Amautas del Tawantinsuyo le dirigiera expresamente el pedido, se disponía a santificar al que parecía destinado a ser el Primer Santo Inca del continente austral, pero su ya deteriorada salud entonces le impediría cumplir su anhelo.

Sin duda alguna, resultaría una feliz coincidencia que el Papa que adopta el nombre del Santo de los pobres y más humildes, sea quien pueda declarar la santidad del apodado Tata Pancho andino, lo que equivale a decir en lengua popular el San Francisco de Los Andes...

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