Cuatro siglos después

Construyen otro Taj Mahal “con menos dinero pero mucho amor”



Faizul Hasan Quadri, de 80 años, construye hace cuatro años una edificación con una forma similar al Taj Mahal.

(EFE).- Faizul Hasan Quadri no es emperador ni millonario pero hace cuatro años que le levanta a su esposa fallecida un Taj Mahal, un panteón con rostro similar al universalmente famoso pero rasgos menos esbeltos, en el que reposarán juntos para que nunca nadie se olvide de ellos.

Cuando al emperador Shah Jahan se le murió en 1631 su mujer Arjumand Bano lloró su pérdida levantando el Taj Mahal, en una inversión descomunal de riqueza para contar con los arquitectos más destacados de la época y emplear los materiales más preciosos y nobles dando como resultado una de las maravillas de la humanidad.

Casi cuatro siglos después, otro musulmán, Faizul, se gasta a sus 80 años todo el dinero que ganó como funcionario de correos en ladrillo y hormigón armado para construir un mausoleo en el que enterrar el cuerpo de su esposa Tajammuli, la tristeza de su pérdida y una pena que se llevó su mujer a la tumba.

HISTORIA

Faizul y Tajammuli se casaron cuando él tenía 18 años y ella 15. Estuvieron juntos 67 años, pero no tuvieron hijos. Un día, ya septuagenarios los dos, ella le confesó que tenía un peso en el alma: ¿quién se acordaría de ellos cuando murieran?

A Faizul el pesar de Tajammuli se le clavó como un dardo y desde que ella se fue en 2010 su vida se ha convertido en una lucha por sacárselo.

“Yo le prometí que si se moría cuando yo todavía estuviera vivo construiría una tumba que la gente no iba a olvidar en años. Yo se lo prometí”, dijo a Efe Faizul.

Se puso manos a las obra, habló con un arquitecto que le hizo un plano, pero no le gustó y decidió acometer la tarea por su cuenta y con la ayuda de un trabajador.

“El Taj Mahal lo había visto, me gustaba su forma y, no igual, pero he intentado hacerlo parecido”, explicó, al comentar que en 1973 fue a Agra a pasar una capacitación de tres meses que aprovechó para hacerse asiduo visitante del monumento patrimonio de la humanidad.

Sin conocimientos matemáticos ni de ingeniería, pero confiado en la robustez de unos cimientos que encofró a más de tres metros de profundidad, un año después de la muerte de su mujer empezó a tirar hormigón armado tratando de no excederse en el presupuesto y usando “lo mínimo posible el ladrillo”.

AYUDA

Los meses y los años han venido pasando entre muros que se levantaban y formas que tomaban cuerpo y volumen hasta que recientemente se le terminaron las 1.100.000 rupias (unos 16.500 dólares) que ahorró durante su vida.

La noticia del agotamiento de los recursos saltó a la prensa de todo el país y el gobierno de Uttar Pradesh, el estado donde vive y donde se encuentra el Taj Mahal original, le convocó la semana pasada para ayudarle.

“Me llamaron y me preguntaron qué podían hacer por mí. Yo les dije que podían hacer una escuela de secundaria para las niñas de esta zona, los chicos pueden viajar a cualquier sitio, pero para ellas todo es mucho más difícil estos días”, indicó severo.

Cambia la seriedad por la broma cuando habla del final de sus recursos y asegura que aún es joven y puede ahorrar porque cobra 10.000 rupias (unos 150 dólares) de pensión.

“Gasto muy poco, así que estoy ahorrando”, dice. A renglón seguido asegura que está en forma: “solo tengo problemas aquí”, afirma tocándose la rodilla.

Calcula que con 500.000 rupias más (unos 7.500 dólares) podrá colocar los mármoles, las plantas y el jardín que soñó y asegura que no necesita ni ingenieros ni arquitectos, solo cinco años más para terminarlo.

No tiene miedo de morirse sin terminar la tarea. “En la vida hay muchos trabajos incompletos, yo me fío de él”, comenta señalando al cielo.

Sin embargo, ya mucho antes de que el edificio termine de ser acicalado y emperejilado, Faizul puede decir que ha logrado su objetivo.

“Antes la gente se burlaba y ahora están felices, ahora cuando hay una boda vienen a celebrarla aquí”, dice entre risas, al destacar el interés que ha despertado en todo el mundo su empresa.

No saca pecho, se quita mérito y dice que no ha hecho nada especial. “No he hecho ni un avión ni un gran motor”, subrayó.

“Es un edifico, lo he hecho para quitar todo lo que tenía dentro de mi corazón, para cumplir la promesa que hice a mi mujer”, sentenció.

Él no necesita nada para recordarla. “A mí se me llenan los ojos con sus imágenes”, dice mirando a otra parte.

 
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