Las delicias del neosocialismo


 

La crisis económica que afecta a los países productores de materias primas y viven en el filo de la navaja, al vaivén de las fluctuaciones de los precios del mercado internacional, ha empezado a golpear la economía boliviana y sólo cuando está en sus comienzos, por lo que se puede prever lo qué ocurrirá cuando llegue a su apogeo.

De todas maneras, aunque los coletazos de la crisis recién se los puede percibir, ya sus efectos son alarmantes y serán, por supuesto, aún más graves. Pese a que esa crisis recién ha comenzado, ya se está desatando una serie de problemas, entre ellos que el valor de las exportaciones caerá este año en más de 3.356 millones de dólares; algunas empresas estatales están quebradas o han tenido que cerrar, como la Empresa Pública de Construcciones del Ejército; la pérdida de varios millones en el Fondo Indígena; las pérdidas en minas como Huanuni, etc.

A ese numerosa cantidad de empresas públicas ahora se agrega, por el rosario de dificultades que enfrenta, entre varias otras, la empresa pública Enatex, caso que es el paradigma de la ineficiencia de los proyectos de “socialismo”, sistema que ya fracasó en todo el mundo, tanto en la práctica como en la teoría, pero pese a ese colapso se sigue insistiendo en su realización, aunque se diga “Marx vive” y otras lindezas.

Enatex, ahora de propiedad del Estado, es la muestra de la forma cómo no se debe hacer las cosas. En efecto, con motivo de su “estatización” (no nacionalización) ha reducido la cantidad de sus obreros de más de mil a 840, habiendo sido echados a la calle 350 trabajadores, verdadera “masacre blanca”, en términos de la semántica laboral.

No sólo eso. La ineficiencia administrativa hizo bajar la producción de esa entidad en 30 por ciento, no solamente por dicha causa laboral, sino también debido a factores como la falta de mercados de consumo interno y externo, el contrabando y caída del nivel de las fuerzas productivas. Por si fuera poco, a esos factores se agrega otro de extrema gravedad y que consiste en la ¡rebaja de salarios! a los obreros que aún quedan en la institución. Efectivamente, el secretario general del sindicato La Estrella, Johnny Huanta Calleja, denunció que antes de la estatización un obrero ganaba entre 3.500 y 4.000 bolivianos y ahora está ganando 2.500 y en muchos casos la rebaja salarial ha llegado a l.900 bolivianos, dato numérico que comprueba que los beneficios de un nuevo sistema no existen y que más bien anulan los que existían en el anterior régimen capitalista.

Por otro lado, la ineficiencia en el manejo de la economía nacional por el Ministerio respectivo, al practicar una política monetaria obsoleta y hasta irracional, no previó las consecuencias de las devaluaciones de numerosos países, entre ellos China, Brasil, Argentina y otros y, aferrado a teorías ortodoxas, se ha opuesto a modificar el precio del dólar o por lo menos permitir que juegue libremente para que se mantenga en su verdadero nivel y no llegue a provocar la ruina de industrias, como en el caso aludido y al que es muy probable que sigan otros, porque para muestra basta un botón, como dice el refrán popular y en vista del anuncio de la consigna ¡“ajustarse los cinturones”!

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