[Manfredo Kempff]

Puzle populista


Un verdadero rompecabezas político es el que se vislumbra en el otrora plácido imperio populista latinoamericano. La muerte de Hugo Chávez y el advenimiento de su indeseado sucesor fue el primer contraste para las naciones que se habían conformado en torno al ALBA y a otros organismos regionales que respondían -y responden todavía- a la dialéctica del socialismo del Siglo XXI y al foro de San Pablo. El segundo golpe a este grupo de hábiles buhoneros fue peor todavía: la caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional. Resultó, por lo que se está observando, que el populismo no se había hecho en base a ideales, a liderazgos genuinos, sino a dinero. Sin plata no hay populismo, dijo alguien que sabe de estas cosas.

Ha sido notable el triunfo de Mauricio Macri en Argentina, y por encima de lo que piensen de él S.E. y el Vicepresidente, ha dado un paso enorme para quitarle farándula a la política y darle un tono de necesaria seriedad. Bolivia es y será muy importante para los argentinos por el gas y por otros muchos motivos que son eternos, y la opinión de nuestros actuales gobernantes sobre el cambio no va a hacerle mover ni un músculo de la cara al presidente electo de la nación vecina. Si no les gusta Macri tendrán que callarse y establecer una relación de armonía, que es lo que le conviene a Bolivia.

Existe un verdadero puzle en los gobiernos populistas en Latinoamérica desde el momento en que a la señora Kirchner no le permitió el Congreso ir a un tercer período y su candidato fue derrotado por Macri hace una semana. A eso se suma que el ecuatoriano Correa ha visto que se le complicará la situación económica por eso de la caída de los precios de las materias primas, y desiste de ir a un tercer mandato, ante la incredulidad de sus partidarios. Y queda por ver qué sucede en Venezuela con las elecciones parlamentarias, cuando una derrota de Maduro, que está cantada, acentuaría su desesperación de náufrago en un mar embravecido. Del que se sabe poco es de Ortega, que se ha montado sobre la revolución sandinista y aparece como un nuevo Somoza, que quiere perdurar en el mando burlando la Constitución. En cuanto a la señora Rousseff tiene, al parecer, otros planes más prácticos para mantenerse en el poder.

El más firme puntal del populismo latinoamericano ha resultado ser S.E. que sigue emperrado en quedarse al mando de la nación a cualquier precio. Para él no valen las reflexiones de unos ni los consejos de otros. Ama el poder por sobre todas las cosas. Y lo adora porque le ha resultado maravilloso gobernar el país durante diez años con tanto dinero que todo se le ha hecho fácil. Todo se ha solucionado con plata, porque no hay región donde S.E. no haya llegado con cheques venezolanos primero, con cheques del Tesoro después, y ahora con decretos ofreciendo el oro y el moro. Ese es el criterio que S.E. tiene de lo que significa gobernar. No sabe, ni por el forro, lo que han tenido que transpirar sus antecesores para dar algún contento al pueblo cuando las materias primas se vendía a precios seis, siete, o diez veces menores.

Pretender reformar la Constitución para ir a un cuarto período ha sido un grave error. Hacerlo cuando le quedan por delante más de cuatro años de administración (casi toda una gestión) resulta inconcebible. Pero, además, el referéndum del 21 de febrero le puede ser adverso. Si le es contrario, desde el lunes 22 empezará su calvario. Al día siguiente de su derrota perderá toda autoridad, dentro y fuera del Gobierno. Si sus tan amados “movimientos sociales” saben que no podrá ser candidato el 2019, dejarán de hacerle caso y buscarán acomodo por otro lado. Ese es un efecto sicológico inevitable. S.E. tendrá que gobernar cuatro años sufriendo deserciones y demandas. Si a eso se suma que tendrá menos plata para tirar, recién empezará a darse cuenta de lo que es gobernar Bolivia. Eso él no lo sabe todavía. Es de esperar que los masistas, en caso de perder el 21 de febrero, no quieran repetir otro referéndum sobre lo mismo el 2017 o el 2018, porque son capaces de hacerlo.

Si S.E. gana en la consulta, esperemos que vea irse a su casa a Correa, Maduro y Ortega. La opinión internacional y quienes en Bolivia votaron por el NO lo repudiarán como al único sobreviviente de este sistema perverso que impuso el populismo disfrazado de izquierda y que tuvo como única meta la “reproducción” del poder. Se lo verá como al último de los prorroguistas y el defraudador de una todavía frágil democracia, cuya gran debilidad fue permitirle tanto poder.

En todo caso, en este puzle político ya hemos visto desgajarse a la señora Kirchner y veremos irse a su casita a varios otros. Sin dinero fácil y en abundancia está visto que no se podrá recibir aplausos desde los cómodos asientos de un caro avión en vuelo.

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