[Luis Antezana]

Crisis terminal de la “alianza de los movimientos sociales”


Es de innegable valor e importancia la Ley de la alianza de clases que en tiempos contemporáneos se cumple en los procesos de cambio o revoluciones en países coloniales y atrasados. Carlos Montenegro al estudiar la historia de Bolivia descubrió que “La historia de la humanidad ha comprobado que el orden social solo se rompe al empuje conjunto de todas las clases transitoriamente fusionadas por el descontento. La revolución amalgama así las fuerzas que por su naturaleza económica son inconciliables en el estado de paz (…). La unidad política de las capas medias y baja se consuma en tal caso por influencia de la capa superior, que sin querer fortalece y posibilita la revolución” (1).

En Bolivia los esfuerzos políticos y las luchas sociales para superar el régimen colonial y conquistar la Nación y, a la par, desplazar el comunitarismo, los resabios esclavistas y el feudalismo para alcanzar la democracia (en el sentido histórico), siempre se realizaron con la presencia de la alianza de clases. Ésta se dio en los grandes acontecimientos como en 1809, las luchas independentistas y la fundación de Bolivia. Pero también se dio en las luchas específicas internas, como el derrocamiento de Mariano Melgarejo (enero, 1871) y las insurrecciones populares de 1898 o 1952, por citar las más destacadas. Todas ellas fueron producto de la alianza de clases.

Se puede agregar a esa lista algunas movilizaciones sociales como las de fines del Siglo XX y a principios del presente, el triunfo por vía electoral, del partido gobernante, triunfo que, en cierta medida, fue resultado de la alianza de clases, aunque esta vez, si se puede decir, no bajo ese denominativo sino de “alianza de los movimientos sociales”.

Una revolución de toda la nación puede ser exitosa con la unidad de todas las clases contra una minoría conservadora o sea la unidad de la gran mayoría de la población en la lucha por los objetivos de esa revolución. Esa gran mayoría debe estar integrada por diferentes clases que tengan algunos intereses comunes y contra un enemigo común. En efecto, por ejemplo, el levantamiento social de principios de este siglo solo pudo vencer como revolución de toda la nación, en el sentido que para su triunfo era necesaria la presencia unificada de la mayoría de la población o sea que la alianza de clases intervenga conscientemente en la lucha por grandes objetivos. Bajo ese denominador común también se produjeron las revoluciones de 1871, 1899, 1952.

En esas revoluciones los diferentes intereses de las diferentes clases sociales que participaban en la alianza, coincidían en ciertos objetivos comunes, específicos, concretos y limitados. Los intereses concretos de clase, por tanto, estaban relegados a segundo plano.

En los grandes fenómenos políticos de Bolivia se produjo esa realidad, pero a medida que se iba realizando la revolución se fue modificaba la relación de clases que participaban en ella. Es más, en ese proceso se producía un cambio creciente entre la lucha por las reivindicaciones políticas y económicas generales y ambiguas y la lucha por las diferentes reivindicaciones concretas y definidas con claridad y propias de cada una de las diferentes clases participantes en el proceso.

Así, las diversas revoluciones bolivianas empezaron con consignas generales (nación, democracia, liberación nacional, reforma agraria, etc.), pero durante el desarrollo de la revolución esas consignas fueron quedando en claro para la política de las clases participantes en el curso de la lucha.

En el caso del “proceso de cambio” de principios de este siglo, en su comienzo (como en 1952), obreros, campesinos, clase media, sindicatos, gremios, instituciones, etc. votaron por él y le dieron el triunfo, pero con el desarrollo de ese “proceso”, cada clase empezó a ver sus propios intereses; fue descubriendo la diferente interpretación de los objetivos grandes que se presentaban antes y al empezar el proceso.

Así pusieron al descubierto las diferencias entre los objetivos generales y los intereses y objetivos de cada una de las diferentes clases que intervenían en el desarrollo del proceso. Entonces, cada sector social, ya cumplidos los grandes objetivos comunes, pasó a luchar por sus objetivos concretos de clase, hasta llegar al caso en que se producen enfrentamientos entre las clases antes aliadas, en relación, por ejemplo, con ciertos objetivos como la tierra, el régimen de producción, etc.

Tal es lo ocurrido, por ejemplo, en 1964. Destruida la alianza de clases por el desarrollo de la revolución de 1952, se produjo la atomización del frente aliado y advino la contrarrevolución. Los objetivos generales, como al presente, fueron sustituidos por los particulares de cada clase y emergió una nueva realidad a veces difícil de comprender y que en su confusión más algebraica que aritmética más mira al pasado que al futuro.

(1) C. Montenegro. Nacionalismo

y Coloniaje.

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