Tregua de invierno

Mi corresponsal de guerra, luego de cumplir valientemente su misión, de la zona de Cochabamba retornó súbitamente al frente del Palacio Real de la plaza Murillo ante el anuncio del ingreso de los batallones de gremiales a la “champa guerra” bajo comandancia de su líder, el señor Figueroa.

Como mis lectores saben, las huestes gremialistas están compuestas de incontables comerciantes que se ganan la vida en todos los mercados y calles de nuestros pueblos y ciudades, o sea: son millones, de ahí su importancia en esta guerra civil “a la boliviana”.

La única corresponsal de guerra que viste polleras, y mankanchas, dice que el ingreso de este importante grupo social a esta pintoresca contienda pondría en grave riesgo la alimentación de todos nuestros pueblos y ciudades; lo cual causa gran preocupación en todos los estantes y habitantes del país, menos en nuestros gobernantes que podrían ser abastecidos por las pulperías de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales.

Haciendo un análisis de la situación, mi discípula periodística prefirió llamar “tregua de invierno” a las vacaciones de invierno, o descanso pedagógico de nuestros escolares y colegiales, sonriendo la cholita valluna ante la decisión ministerial que prohíbe a los profesores exigir tareas a sus alumnos.

Volcando la vista al frente gubernamental, en el cual veintitrés ministros y cincuenta viceministros no saben qué hacer con la fábrica estatal, la periodista cochala me dijo en la oreja que el conflicto se debe a la “mala pata” o pata mala del presidente Evo porque si él estuviera sano ya lo habría arreglado todo de “un Zapatazo”, ahora imposible porque no usa zapatos sino muletas.

Preguntando a Macacha acerca de sus próximas hazañas periodísticas y guerreras, me dijo que todas ellas constituyen un secreto militar, un “top secret”, pues el curso de la “champa guerra” será determinado en las más altas esferas gubernamentales, en las cuales se estudia diferentes opciones que también son analizadas por elementos sobresalientes del Poder Legislativo.

Mientras la cholita cochabambina se halla en contacto permanente con las más altas autoridades del Palacio Real de la plaza Murillo, yo permaneceré recluido en mis cuarteles de invierno, hasta la noche del 15 de julio, cuando Macacha y yo asistiremos a los mercados de La Paz a bailar en las verbenas, siempre que el poderoso ejército de los gremiales desista de sus propósitos bélicos.