Por: José E. Pradel B.

Andrés Ibáñez y la revolución igualitaria

El escritor paceño, Nicolás Acosta, en 1874, nos recuerda: “la patria recompensa a sus servidores. Los ciudadanos no son ingratos a los que se sacrifican por ellos. La humanidad premia las virtudes de los buenos. Pero estas ideas, ¿son hechos en Bolivia? No: olvido, indiferencia, ingratitud, desprecio…. son los lauros con que se recompensa a los que algo han hecho por ella!”.

Uno de esos personajes que fue olvidado es el líder igualitario y federalista Andrés Ibáñez, este personaje nació, el 7 de febrero de 1844, en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra 2. Se graduó como abogado en la Universidad de San Francisco Xavier, en 1868. Muchacho inquieto, de regreso a su hogar ejerció las funciones de Secretario de la Prefectura, luego fue Fiscal de Partido.

Dos años después, combatió junto a otros jóvenes contra la dictadura del general Melgarejo, este hecho lo convirtió en un héroe local. En 1871, nuestro biografiado influenciado en la obra ‘La doctrina del Pueblo’ del radical político Casimiro Corral, postuló a las elecciones congresales con un discurso crítico a la “explotación del pueblo por parte de la elite criolla, comparándola con el yugo bárbaro del imperio turco”3. Como resultado de esta candidatura publicó el folleto ‘A mis electores’ 4.

Tras ser elegido Asambleísta, en el camino hacia Sucre fue emboscado y al defenderse mató a uno de los bandidos, por lo que la elite cruceña de la época lo acusó de asesinato.

Consecutivamente, Ibáñez influenciado por la ‘Comuna de París’ y las obras socialistas de Lamennais y Proudhon, popularizó las ideas de la igualdad entre los hombres. En 1872, junto a Melquiades Barberí Salvatierra y Antonio Barba, editó el periódico ‘El Eco de la Igualdad’.

Como Diputado participó en la legislatura de 1873. Pero fue en la campaña congresal de 1874, que Ibáñez se manifestó a favor de los artesanos y desposeídos, cuando en una discusión en la plaza central de Santa Cruz “se quitó la leva y los botines acharolados, símbolo del estatus social elevado y se retiró caminado des-calzo con la muchedumbre de artesanos. Debido a que los criollos ricos se vestían con leva, sombrero de copa y botines de charol y los pobres usaban abarcas o estaban descalzos, Ibáñez anunció su opción por los ‘sin chaqueta’ y su oposición a los ‘copetudos’” 5, describe el historiador ruso Andrey Schelchkov.

Consecutivamente, junto a otros seguidores fundó el ‘Club de la Igualdad’ o ‘Partido Igualitario’, “significando con ello que sus nuevos amigos están al nivel de los otros” 6, escribió Hernando Sanabria Fernández.

Tras ganar las elecciones citadas anteriormente, fue elegido diputado. Posteriormente, junto a sus ‘Igualitarios’, que en su mayoría eran artesanos, combatió al gobierno del doctor Tomás Frías (1874-1876), pero sus fuerzas fue-ron derrotadas en las Batallas 7 de Trompillo (28 de marzo de 1875) y Pozos de los Poporós (6 de noviembre de 1875), donde Ibáñez logró escapar.

En febrero de 1876, nuestro biografiado regresó a Santa Cruz de la Sierra donde reini-ció sus actividades y participó en la reorgani-zación del ‘Club de la Igualdad’, donde fue elegido primer vicepresidente del partido y se adoptó la bandera blanca como símbolo del movimiento. Consecutivamente, Andrés Ibáñez y los ‘Igualitarios’ apoyaron la candidatura del general Hilarión Daza a la Presidencia de la República, quien un día antes de las elecciones por intermedio de un Golpe de Estado tomó el poder.

Considerado Ibáñez y su movimiento co-mo enemigos de la propiedad privada, comu-nistas y federalistas, fueron reprimidos por el Prefecto de Santa Cruz, Demetrio Roca y el Comandante Departamental de Ejército, Ignacio Romero. Los mismos cerraron el ‘Club de la Igualdad’ a la fuerza y el Gobierno central disolvió el Consejo Municipal del cual los igualitarios eran parte y fueron apre-sados sus principales representantes.

Capturado y conducido a un cuartel, Ibáñez conquistó a la tropa y el 1° de octubre de 1876, estalló la revolución cuando la guarni-ción disparó tiros al aire y gritó: “Viva la Unión, viva el doctor Ibáñez, queremos la plata” 8.

Una vez muerto el comandante Romero, el pueblo se dirigió a la plaza principal donde nuestro biografiado fue liberado, aclamado y vitoreado. Al día siguiente, Ibáñez fue elegido por decisión popular como Prefecto del Departamento y Comandante de la tropa, la misma es respaldada por un manifiesto público intitulado ‘Acta del Pueblo’.

Posteriormente, Ibáñez gobernó Santa Cruz, hasta el 13 de diciembre de 1876, cuando el general Juan José Pérez, designado como Prefecto por Daza entró a la ciudad y se le entregó el mando departamental, aunque el caudillo Ibáñez mantuvo el poder militar. El 22 de diciembre del citado año, en una reunión Ibáñez “sin perspectiva de poder llegar a un entendimiento con el gobierno central, decidió recurrir a las consignas de federación de Bolivia para proteger su experimento y su poder en Santa Cruz de la intervención de las autoridades naciona-les” 9.

Consecutivamente, la noche de navidad nuestro biografiado junto a Urbano Franco, Simón Álvarez, proclamaron la Federación, compuesta por una Junta de Gobierno. El día 27 de enero de 1877, dicho gobierno departamental emitió un documento mediante el cual reconoció al gobierno central y la integridad territorial de Bolivia. Sin embargo, ellos “interpretaron el concepto de igualdad no sólo como principio social sino como igualdad de derechos de los territorios, partes del Estado boliviano, inculpan-do al gobierno central por el abandono de los intereses de las regiones orientales” 10, escribió el historiador Schelchkov. Luego Ibáñez se dirigió a Vallegrande, dejando al paraguayo Manuel María Fabio, cuyo verdadero apellido era Estigarribia, como comandante policial, quien oprimió a la elite y al clero de la ciudad. A su regreso Andrés Ibáñez, destituyó a dicho personaje.

El Presidente Daza para sofocar la revolución de Santa Cruz, envió al general Carlos de Villegas, Ministro de Guerra quien junto a sus tropas entró a la ciudad de Santa Cruz, el 9 de marzo de 1877. Mientras tanto Ibáñez junto a 300 hombres escaparon y or-ganizaron una guerrilla cerca de la frontera con el Brasil.

Sin embargo, en los últimos días de abril nuestro biografiado y sus colaboradores más cercanos fueron apresados en la estancia de San Diego. Luego el 1° de mayo de 1877, todos fueron ejecutados. De esta manera, concluyó uno de los momentos político-sociales más importantes de la historia de Bolivia, en el siglo XIX.

 
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