Tras un año favorable
• Cambio político en Estados Unidos influye en relaciones de China con otros países
Pekín.- El presidente chino, Xi Jinping, cerró un año favorable tanto a nivel interno, al ser ascendido a “líder central” del Partido Comunista, como regional, tras el “giro” hacia China de países vecinos, lo que le ofrece un impulso para afrontar los importantes retos de 2017.
Xi, secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), presidente de las comisiones que controlan el Ejército y las reformas, y declarado en octubre “líder central” de la formación, ostenta ya un poder teóricamente equiparable al de dirigentes históricos como Mao Zedong.
NUEVAS LEYES
Aunque en la dinastía comunista la cantidad de cargos no siempre es sinónimo de poder, Xi se ha pertrechado de una serie de campañas y leyes que apuntalan su autoridad, tanto sobre facciones menos afines del PCCh como sobre otros estamentos, y que también han mermado las libertades.
Así, 2016 arrancó días después de la aprobación de la primera ley antiterrorista del país. Continuó dando luz verde en primavera a una polémica ley para controlar más a las ONG y avanzó con la aprobación en julio de otra de seguridad nacional, que restringe áreas tan dispares como las finanzas, la ideología o la religión.
Como colofón, China dio su beneplácito en noviembre a una ley de ciberseguridad muy criticada por el sector empresarial y el de derechos humanos, este último especialmente azotado en un año de detenciones, juicios y condenas contra abogados y activistas.
ANTICORRUPCIÓN
Todo mientras Xi refuerza su campaña anticorrupción, tras aprobarse en el plenario de octubre del Comité Central del PCCh, la reunión que le encumbró como “líder central”, dos documentos que enfatizan que nadie gozará de inmunidad, aunque los expertos creen que el objetivo son los opuestos al presidente.
Pero quizás los acontecimientos más inesperados hayan llegado desde fuera. La elección de Rodrigo Duterte como presidente filipino dio un vuelco favorable a Pekín en el equilibrio regional de poderes, después de que el controvertido mandatario abogara en octubre por acercarse a China y separarse de su aliado EEUU.
El “giro” hacia China de Duterte, que aparcó el laudo que una corte de La Haya dirimió a favor de Filipinas sobre el contencioso que ambos países mantienen por territorios del mar de China Meridional, tuvo enseguida su eco en la región, con países como Malasia, Brunei, Vietnam o Taiwán en disputas similares con Pekín.
Su movimiento fue imitado poco después por Malasia, que aproximó posturas con China al firmar un inédito acuerdo de defensa con Pekín en noviembre, poco antes de un evento de indudable repercusión en la región: la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU.
LIBRE COMERCIO
La decisión de Trump de retirar a EEUU del TPP (Acuerdo Transpacífico), en el que no está China, brinda una oportunidad a Pekín para convertirse en adalid del libre comercio en Asia-Pacífico con la Asociación Económica Regional (RCEP) y la zona de libre comercio en Asia-Pacífico (FTAAP), los acuerdos que respalda.
No obstante, la consolidación de China como gran potencia regional podría hacer aguas si Trump, lejos de abandonar el “giro” hacia Asia de Barack Obama, lo refuerza, según advierten algunos expertos.
“Trump apostará por una política militarista más fuerte en Asia-Pacífico”, dice a Efe Zhao Hai, del Instituto de Estrategia Nacional de la Universidad de Tsinghua.
No es el único reto que afronta Xi. A la incertidumbre sobre el rumbo que tomará EEUU o las aparcadas reformas económicas internas, se suma la pugna por el poder de cara al XIX Congreso del Partido Comunista que se realizará en 2017, en el ecuador de su mandato (inicialmente 10 años), y en el que habrá un crucial relevo en los principales órganos de la formación.
Aunque su condición de “líder central” otorga a Xi capacidad de veto de facto, según normas no escritas del Partido, y además cuenta con la campaña anticorrupción para amedrentar a sus oponentes, está por ver si el presidente logra colocar a sus aliados en primera fila para blindar aún más su poder.
Perry Link, profesor emérito de Estudios Asiáticos de la Universidad de Princeton (EEUU), indica a Efe que “el hecho de que Xi, a diferencia de Mao o Deng, que no se reivindicaron como líderes centrales, tuviera que demandar serlo, muestra que otros no le ven así”.
“Además, revela su propia inseguridad. El término va dirigido al Partido, especialmente a los cargos más altos. Está preocupado por ellos”, remacha Link. (EFE)
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