Libre comercio a ultranza


 

Desde fines del siglo pasado, pero en especial desde hace unos diez años, la política económica de diversos gobiernos nativos se inclinó, de manera uniforme y con preferencia, a favor del libre comercio a nivel mundial, sistema que con sus diversas características se fue acentuando con formas propias y afectando no solo a la economía nacional, sino también al régimen de vida de la población. En gran medida esa fue una política de imitación a ideologías extranjeras.

Desde principios del presente siglo, el libre comercio, tanto de carácter externo, se impuso en todo sentido. Es más, se acentuó en los últimos diez años, llegando al extremo que esa política económica se ha impuesto en todo sentido y, en forma concreta, al presente casi todo lo que consume la población boliviana es de origen foráneo, mientras ya casi nada de lo nacional se consume.

No solo eso. La producción nacional entró en decadencia e inclusive en un proceso lento pero seguro de desintegración e inclusive de desaparición. Mercancías extras, por millones de millones de dólares, procedentes de países neoimperialistas, como China, invadieron nuestros mercados de consumo y debido a sus bajos precios recibieron la preferencia de los consumidores y el desprecio es para lo nativo. De otro lado, se cerró para la producción nacional numerosos e importantes mercados de consumo, como el de Estados Unidos.

Es más, en forma concreta, empezaron a desaparecer las artesanías (que son la base de la industria) y se dejó de consumir materias primas indígenas, como lana, tabaco, cueros, tejidos, frutas, etc. Miles de aprendices de las artesanías quedaron sin trabajo y sin la oportunidad de profesionalizarse en sus respectivas ramas. Más aún, el gobierno abrió los mercados de consumo al exterior y facilitó la invasión foránea haciendo cuantiosas importaciones de productos, en especial de origen agrícola y pecuario. Facilitó, en esa forma, la aniquilación del aparato productivo del país.

Entre otros aspectos, se produjo la agonía de la economía agraria, que dejó de tener mercado de consumo interno para lanas, frutas, granos, etc. Siguiendo esa corriente ascendente, el gobierno impulsó la importación de alimentos, abrió el camino al contrabando y ayudó a la producción de coca en sustitución del cultivo de café, verduras y otros alimentos. En síntesis, el libre comercio que se puso en aplicación de manera ilimitada, en especial en el último decenio, fue de efectos catastróficos sobre la economía nacional. Hoy el pueblo boliviano solo consume productos extranjeros, en especial chinos y, en esa forma, el país padece una crisis de dependencia colonial difícil de superar.

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