Nuestros niños no son opas

Niños bolivianos que se enteraron de la presencia de una cholita inteligente que oficiaba de corresponsal de esta columna en el Palacio Real de la plaza Murillo prefirieron dirigirse a ella como la persona más indicada para quejarse por una pretensión que la escucharon de labios del mismo Presidente del Estado Plurinacional, quien subestimando la perspicacia de ellos, les había dirigido unas palabras que ellos consideran ofensivas, pues el mandatario les sugirió reconocer la grandeza del finado presidente de Venezuela Hugo Chávez y a su vez el valor eterno del Che Guevara, en América y el mundo.

En una parte de su comunicación nuestros niños declaran solemnemente no ser opas, como seguramente cree el Presidente Vitalicio del Estado, pues conocen al dedillo la triste historia de un país como Venezuela, que hoy se debate entre la inflación y el desabastecimiento de alimentos y otros que no se deben a manipulación del imperio, sino a una política desastrosa que comenzó con el ex presidente Hugo Chávez (Q.E.P.D). y de su sucesor Maduro sólo de apellido, por lo cual aun siendo niños condenan esta serie de desaciertos. De igual manera no participan de la idea de nuestro mandamás de inclinarse ante la memoria de un guerrillero cubano-argentino “Che Guevara”, quien pese a todo el reconocimiento internacional que le hacen, fue él quien creó pelotones de fusilamiento en Cuba, donde murieron muchos de sus propios compatriotas.

Macacha leyó y releyó la carta de los niños bolivianos en la que sostienen no ser opas, ni subnormales, como para no darse cuenta de la visión políticamente interesada de quien no pierde ocasión de llevar agua para su molino. Maniobra que ellos rechazaron, pese a la diferencia de edades.

Macacha leyó nuevamente la misiva de los niños y se acordó de los “chitis” de Cochabamba, Quillacollo, y también de La Paz, y me pidió dar cabida a la infantil carta, por considerarla madura y patriótica, motivos que hoy impulsan su publicación en esta columna suscrita por un viejo periodista que hoy piensa que los niños de su país no son ningunos giles.