[Jorge Espinoza]

La industrialización minera es una quimera


En forma recurrente desde el siglo pasado se plantea la industrialización como la solución para la minería boliviana. Industrialización en términos económicos significaría para la minería el valor agregado que adquieren los metales, al ser transformados durante el proceso industrial.

En el caso de la minería la pirometalurgia (fundición) o la hidrometalurgia (extracción por solventes), seguidas ambas de la refinación, permiten obtener metales, constituyéndose estos procesos metalúrgicos en la culminación del ciclo minero. Como los precios están dados para metales (no para concentrados que contienen el o los metales que deben ser extraídos), dichos procesos metalúrgicos no dan valor agregado a los metales, por lo que no constituyen una industrialización, como erróneamente se interpreta. Por ejemplo el Instituto Nacional de Estadística considera en “Industria manufacturera” la producción de metales de oro, plata, estaño, antimonio y cobre, que no tienen valor agregado, pero acertadamente está incluido el trióxido de antimonio (Sb2O3), que le da valor agregado al antimonio.

Los productores de concentrados a veces los venden a terceros, que les descuentan los costos de fundición, realización, etc. Como en todo proceso metalúrgico, las fundiciones no pueden recuperar todo el metal contenido en los concentrados y las recuperaciones varían de acuerdo con el tipo y ley del concentrado. Cuanto mayor es la ley del concentrado, mayor la recuperación y a la inversa. Existe un costo de fundición por tonelada de concentrado, sin importar la ley que tenga éste. Existen también descuentos de acuerdo con la cantidad de otros metales (impurezas), que dificultan la recuperación del metal comercial.

Se ha hecho cálculos para la fundición de estaño de Vinto para una tonelada de concentrados de 50% y 40%, con su costo de tratamiento de 660 $us por tonelada, una deducción unitaria (equivalente a la recuperación) de 97,2% para el concentrado de 50% y 95,7% para el de 40%. Considerando además los gastos de realización y seguro (y no las impurezas por ser muy variables) y un precio de 9 $us/LF, el concentrado de 50% valdría 9.921 $us, pero la fundición le pagaría 8.884 $us (89,5%), mientras que el de 40% valdría 7.937 del que se recibiría 6.848 $us (86,3%). Un balance económico-financiero de esta fundición desde su iniciación mostraría pérdida.

En las fundiciones de zinc del exterior existe una deducción metalúrgica de 8 puntos, lo que significa que para un concentrado del 50% solo por este concepto se estaría deduciendo el 16% de su valor (84% de recuperación).

Para instalar una fundición se necesita una fuerte inversión, por lo que se debe asegurar un volumen competitivo de concentrados (y producción) en relación con otras fundiciones y por tiempo prolongado. La no observación de estos requerimientos llevó al fracaso a la fundición de plomo-plata de Karachipampa. En los inicios de San Cristóbal, de lejos la mayor operación histórica de la minería boliviana, le pregunté a un alto ejecutivo por qué no instalaban una fundición de zinc y me contestó que sería anti económica, seguramente porque se proyectó un tiempo de operación de solo 17 años.

La revista Jubileo No 25 titula un artículo: “El país pierde hasta el 77% del valor por vender minerales y no convertirlos en metales”. Es importante que demuestre esta alarmante afirmación. Si acaso fuera así (no lo es), quienes perderían serían los productores privados (no el país) que en 2016 representaron el 91% de las exportaciones mineras. Indica que “De fundir más del 80% de minerales se volvió al tiempo en que no se fundía más del 20%”, cuya explicación es sencilla: cuando el estaño era el mayor mineral de exportación, la fundición de Vinto podía tratar toda la producción nacional, pero cuando entramos a la minería polimetálica de Ag, Pb y absoluta predominancia volumétrica del Zn, no lo fundimos.

La industrialización minera se la ha enfocado con una ligereza extraordinaria, sin considerar que existen varios escollos, algunos insuperables: 1) Necesidad de desarrollar tecnología de punta para tener un costo de producción competitivo. 2) En la producción de metales en ningún caso somos competitivos en la economía de escalas. 3) Un mercado interno que es mínimo significa que la mayor parte del producto industrial debe ser exportado. 4) La mediterraneidad del país significa mayores costos de transporte para exportaciones o compra de metales a industrializar, como lo hacen varios países, especialmente los asiáticos.

En países no desarrollados la extracción metalúrgica y la industrialización son consecuencia y no causa de una minería vigorosa y sostenible y no puede alterarse el ciclo extracción de minerales, producción de concentrados, extracción metalúrgica, refinación e industrialización.

La fundición de estaño de Vinto opera 46 años y en 2016 solo logró elaborar el 4% de su producción en aleaciones (industrialización). El estaño sirve además para fabricar hojalata, fungicidas, pigmentos, productos medicinales, etc. La planta de cobre catódico de Corocoro opera más de 7 años con la idea de fabricar alambrón de cobre. Hasta la fecha no lo ha hecho y es probable que por lo explicado nunca lo haga.

Todos los proyectos deben tener un estudio de factibilidad técnico, económico, social y ambiental. Su increíble omisión ha sido la causa del fracaso de casi todos los proyectos mineros estatales. Necesitamos realismo, no ilusiones.

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