¿Y después de La Haya?

Posiblemente el próximo año la CIJH emita su fallo ante la demanda presentada sobre la obligación que tiene Chile, de negociar con Bolivia la cesión de un acceso soberano al océano Pacífico. Tal como lo prometieron sus autoridades, en varias oportunidades.

El tribunal sustenta sus determinaciones en el derecho internacional y su jurisprudencia, por tanto, es de suponer, no pesarán en su sentencia las presiones que, eventualmente, pretendan ejercer estados u organismos internacionales, sean estos las partes concernidas o terceros interesados. De acuerdo con esto y en virtud de los antecedentes del tema, suponemos que el pronunciamiento nos será favorable. En estas circunstancias, Chile, si es un país respetuoso del derecho internacional, debiera prestarse a iniciar el diálogo.

Este es un escenario ideal, pero ¿qué pasaría si Chile, teniendo en cuenta el historial de su política internacional, respecto a nuestro país, se resiste a cumplir el mandato de La Haya? A falta de un medio que le obligue a cumplirlo, eventualmente podría transgredir lo dispuesto por la Corte.

Nuestras autoridades debieran anticipar las acciones a adoptar en esas circunstancias. Recordemos que con la decisión de la CIJH termina el proceso judicial, si Chile se resiste a cumplir un fallo adverso, sigue un proceso de política internacional, en el que las partes ejercerían sus mayores influencias. En este contexto es necesario buscar el apoyo del mayor número de países, para que exijan el inicio del diálogo, cumpliendo con la Corte. Esta denuncia se trasladaría también al Consejo de Seguridad de las NNUU, manifestando que la negativa o resistencia chilena pone en peligro la paz en la región

El respaldo a la posición boliviana dependerá de la simpatía de los actores mundiales. En este escenario Chile tiene un mayor peso: forma parte de diversos acuerdos de comercio y su presencia a nivel mundial es más intensa, generando intereses que los estados tratan de preservar. De acuerdo con lo señalado en las páginas de Internet, de las cancillerías respectivas, sus representaciones acreditadas alcanzan a 133 países mientras Bolivia solo a 36. Puede por lo tanto llegar con su versión a un mayor número de gobiernos.

Ese posible nuevo escenario obligaría a nuestras autoridades a buscar el mayor apoyo posible para nuestra causa, con acercamiento a los diferentes países, al margen de las simpatías político-ideológicas. En este contexto están por demás los exabruptos y rechazos que nada bien le hacen a la causa boliviana. Es necesario tender puentes y ejercer una verdadera política internacional que defienda nuestros intereses Si Chile se niega a acatar a la CIJH, será necesario redoblar los esfuerzos de nuestra cancillería para hacer conocer la versión boliviana del problema, esto impone un arduo trabajo y, guste o no, es cuando el trabajo de un vocero es de la mayor importancia.