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[Severo Cruz]

El arte de cambiar mujeres


“Tito se divorcia de su tercera esposa”, titula la prensa nacional, con sede en la ciudad de La Paz, de hace más o menos 38 años (1).

“Un funcionario yugoslavo dijo que el presidente de su país, Josip Broz Tito, se ha divorciado de su tercera esposa, con la que estuvo casado 27 años y que contrajo matrimonio con la cantante de ópera Gertude Minutic, a la que le lleva 51 años”, puntualiza, líneas más abajo.

Es una noticia de poca monta destinada, obviamente, al anecdotario de los dignatarios de Estado, de todos los tiempos. Pero lo llamativo de esta nota es que los referidos no han perdido la ocasión para cambiar de pareja, ofreciendo un triste espectáculo, ante la opinión pública mundial.

Quienes asumieron el Poder, bajo el paraguas de la derecha o la izquierda, siempre han propugnado el cambio, como una política de transformación, socioeconómica y político cultural, en diferentes circunstancias y regiones del planeta. Pruebas al respecto abundan, por doquier.

Pero parece que este proceso ha generado no solo cambios sino inestabilidad en ciertos matrimonios que provenían de la clase política, como en el caso del presidente Tito. Pues dignatarios de Estado, de esta catadura, posiblemente a título de cambio que propalaban, abandonaron a su suerte a las esposas que los acompañaron, en el llano. Es decir cuando hubo persecución, allanamiento, asilo o destierro.

Nos referimos a la mujer heroica que supo sobrellevar penurias y estrecheces. No les ha importado el presente de ella ni el futuro de los hijos. Tan sólo les ha importado adquirir el nuevo “trofeo femenino”. Y con preferencia joven, de cara bonita y cuerpo torneado. Una experiencia que les ha permitido pavonearse ante sus amigos y compinches.

Por lo visto: la política no solo es el arte de gobernar sino también el “arte” de cambiar mujeres. Un mal que ha devaluado discursos y empañado la imagen de connotados líderes. Más aún si éstos estuvieron en la cúspide del Poder. Desgraciadamente han perdido no sólo la razón sino el respeto al matrimonio. Y de este modo han adquirido conductas reñidas con la moral y las buenas costumbres.

Son pocos los políticos íntegros, que han envejecido junto a la primera esposa y de tal manera se constituyeron en un paradigma para las futuras generaciones.

Volviendo al tema de Tito, es bueno recordar ciertos datos: “Tito se casó en 1918 por primera vez, y su esposa murió. Se casó por segunda vez en 1939, y se divorció más tarde. En 1952, cuando tenía 60 años, se casó con Jovanka Budisavljevic, que tenía 28 años” (2). Pero Tito, a sus 86 años de edad, continuó haciendo noticia, esta vez con Gertude Minutic. Así son las cosas.

En suma: la política, sobre todo si hablamos de Poder, no solo cambia a los hombres sino que los corrompe y desgasta.

(1) “Tito se divorcia de su tercera esposa”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 8 de febrero de 1979.

(2) Ídem.

 
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