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[Alberto Zuazo]

Sacerdocio de la mujer


Las religiones en general tiene la necesidad de actualizarse para seguir vigentes y ser, como siempre, guías de los seres humanos. En la católica, de la que soy su creyente, asisto todos los domingos a misa y esto me permite observar una realidad que no puede seguir siendo ignorada.

Las mujeres son las más activas en cumplir tareas de organizar y distribuir la Hoja Dominical y los cancioneros para acompañar la misa y, en otros casos, los documentos de la iglesia que sirven para ilustrarse de la actividad del sacerdocio y, en general, de la iglesia local y universal.

En la iglesia de La Exaltación, situada en Obrajes, a cuyas misas asisto los domingos, así como a determinadas funciones religiosas, son las mujeres las más activas en colaborar a las ceremonias. Incluso asisten al sacerdote en la provisión de las hostias de las comuniones.

Otro detalle destacable es que estas damas anuncian las varias instancias que tiene una misa, aparte de que se prestan a alcanzarle al sacerdote el cáliz y otros recursos que utiliza durante la ceremonia.

Corresponde anotar, asimismo, que cada vez son menos los sacerdotes y en un tiempo más puede haber carencia total de los mismos.

Por estas y otras circunstancias, la Iglesia Católica tiene que estar atenta a lo que sucede en su entorno. Como consecuencia, tiene que adoptar con anticipación las medidas del caso.

Al presente, se observa que las damas colaboran en las misas, con lo que es otra muestra de la aptitud y capacidad que tienen para ejercer titularmente el sacerdocio.

Por lo demás, en el mundo entero se cuestiona hoy que por cuestión de género las mujeres sean postergadas, incluso ignoradas en la capacidad que tienen de ejercer también las tareas que hasta ahora están sólo reservadas a los varones.

Aunque el tema siempre es delicado y, por tanto, no se lo considera mayormente, la mujer tiene mayor aptitud para la espiritualidad, precisamente por su condición de género, que es más de recogimiento y dedicación a atender la vida familiar.

Entonces, todo ello la habilita a ser sacerdotisa y probablemente tiene mayor aptitud que los sacerdotes para llegar al sentimiento de las personas, precisamente por su espiritualidad y carisma.

En otras religiones, la mujer cumple un rol que probablemente sea de mayor dedicación que la de los varones, aparte de la capacidad innata que tiene para servir, por su mayor calidad humanitaria y generosidad para ser útil a los demás.

Su carácter maternal se manifiesta desde su tierna edad, esto puede advertirse por el cariño y dedicación con que atiende a sus muñecas. No sólo les otorga su ternura con sus abrazos y caricias, sino también con dedicación para tenerlas limpias, cambiarles ropa, que en ocasiones ellas mismas se encargan de coserles o eligen las telas y colores para pedir a sus mamás que lo hagan utilizando su máquina de coser.

Con todas estas demostraciones de espiritualidad y afecto, las mujeres serían sacerdotisas que atraigan a la iglesia católica mayor cantidad de feligreses que los propios sacerdotes varones.

En la actualidad los pueblos requieren más apego a la religión y de esta manera poner en práctica sus preceptos y dedicación.

De su parte, los varones están dando una penosa imagen de su calidad humana, con aquello de dedicarse a las bebidas espirituosas, con cuyo consumo exagerado llegan inclusive a las peleas y a los asesinatos.

Aparte de ello, con creciente frecuencia son muy buenos para embarazar a las mujeres, pero después las abandonan y, peor todavía, no se preocupan de los hijos que procrean. Los abandonan, no se dedican a atender su manutención, su vestuario y su educación. Muchos menos brindarles cariño, atención y promover sus alegrías.

Estos seres, que más se asemejan a pertenecer a otra especie humana, deberían ser identificados por las jóvenes y, en general, por las mujeres, para no contraer compromiso con ellos, porque están propensas a correr el riesgo de ser maltratadas, golpeadas y abandonadas, después de darles sus satisfacciones y gustos.

 
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