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El embrollo de Bulo Bulo


 

Uno de los emprendimientos económicos del régimen político actual es, entre otros, el de la Planta de urea de Bulo Bulo, que trae mucha cola y que podría causar una crisis de proporciones por la serie de errores puestos en juego, desde su concepción mental hasta su culminación técnica. Un arqueo de esta empresa faraónica estatal es importante de emprender, a manera de interés general.

En primer lugar, Bulo Bulo fue una adquisición del gobierno por un precio de cerca de mil millones de dólares, costo desproporcionado con nuestra realidad y el más costoso de nuestra historia. A la par, esa planta industrial fue instalada en un lugar inconveniente, sin vinculación y distante de mercados de consumo donde se pueda vender el resultado de su producción. Algo más, no se aseguró cuáles serían los precios de venta de la urea, que justifiquen la inversión y funcionamiento.

Tampoco se consideró las necesidades de consumo del mercado interno, por lo que se prefirió dar más importancia a la exportación, condición que podría hacer productiva esa empresa industrial. De otro lado, en vez de que esa industria esté cerca de fronteras con países extranjeros de reconocida capacidad de consumo de urea, se la instaló donde era lo menos conveniente, en el Chapare, sitio poco accesible. Así, esa decisión resultó equivocada y producto de un entusiasmo pueril que se originó, en cierto momento, en el alza de los precios de las materias primas en el mercado internacional y que se creyó que sería eterno.

Es más, Bulo Bulo fue instalado cuando se preveía que no iba a contar con la provisión de gas necesario para su funcionamiento. En efecto, esa materia prima está a punto de agotarse en los yacimientos nacionales y no hay esperanzas, a corto ni mediano plazo, de que se explore y menos se explote nuevos campos, lo que permite visualizar que la planta quedará paralizada, sumándose a las notables fallas técnicas que presentó hasta ahora, entre ellas la contaminación del ambiente. La nómina de errores es interminable en esta empresa que tuvo tanto costo y hasta puede considerarse delictivo, contra el interés nacional.

Pero aquí viene el plato fuerte de este menú oficial. La empresa estatal Bulo Bulo será objeto de la competencia del mismo Estado que la construyó. En efecto, el presidente Evo Morales Ayma firmó hace pocos días un acuerdo con la empresa rusa Acron, por el cual esa firma capitalista (que se convertirá en mixta), comprará gas boliviano, a razón de 2 a 4 millones de metros cúbicos día, para abastecer dos fábricas de urea establecidas en Brasil. El asunto del precio del gas no fue aún tratado.

¡Sobre mojado, llovido”. Esas dos fábricas brasileñas quitarán el gas que requiere Bulo Bulo y como la deficiencia de gas en Bolivia es creciente, las dos empresas se irán a la quiebra, lo que se llama “matar dos o más pájaros de un tiro”.

Finalmente, podría ser que Bulo Bulo opere a pérdida, por lo que podría ser trasladada a alguna frontera para que tenga precios aceptables, datos que permiten concluir que los funcionarios que intervinieron en ese negocio carecieron de criterio y se sometieron a la lógica de “meterle nomás” porque los abogados lo van arreglar y para eso se les paga, fórmula pragmática agraviante de la honestidad profesional, a no ser que…

 
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