Pese a las múltiples reuniones entre autoridades de Bolivia y Perú y planes aprobados para descontaminar el lago Titicaca, continúa la acción de quienes echan todo tipo de basuras con inclusión de desechos orgánicos a esas aguas. En el curso de este año, como corolario de lo mucho que se habló en años anteriores, hubo varias reuniones en las que se formuló promesas y habló de presupuestos y acciones para evitar que el lago siga contaminándose por la acción irresponsable de personas que viven en poblaciones que circundan al lago.
Debido a denuncias de pobladores de las riberas e islas del lago, es continua “la aparición de una masa gris y verduzca conformada por desechos domésticos y residuos que llegan desde cinco municipios cercanos a la zona lacustre”; el Ministerio de Medio Ambiente habría indicado que “se prevé la construcción al menos de 10 plantas de tratamiento de aguas residuales para descontaminar el río Katari y lago Titicaca”. Pobladores de Copacabana informan que “decenas de conexiones clandestinas de alcantarillado aportan a la contaminación del lago; los canales se encuentran dispersos y el municipio hasta ahora nada ha hecho para remediar el atentado”. Un informe periodístico anota: “La contaminación por las aguas servidas, residuos sólidos y residuos de la explotación minera de la región peruana de Puno, han generado una gran mancha verde que crece y se apodera del lago. De acuerdo con datos del Ministerio de Ambiente de Bolivia, un 60% de las 130 fábricas de El Alto operan ilegalmente y sus niveles de contaminación no se encuentran registrados” (ED 24-7-18).
Lo cierto es que informes y datos pormenorizados por parte de Bolivia y Perú son múltiples; pero acciones anunciadas no se llevan a cabo y el problema crece imparablemente. Pobladores de las riberas de ambas partes, como son Perú y Bolivia, piden que los gobiernos cumplan sus ofrecimientos y promesas en sentido de atender los graves problemas que amenazan al lago si no se quiere que termine, con el correr de los años, en un pantano susceptible de perder sus aguas y convertirse en un páramo o desierto maloliente.
Sería interesante que ambos países reúnan información levantada sobre las partes que les corresponde y, conjuntamente, resumir todo lo que sea preciso realizar y se ponga manos a la obra con los estudios del caso. No atender este problema será de responsabilidad de las autoridades de poblaciones vecinas al lago, que deben seguir con sus reclamos y hacer todo lo que les sea posible para evitar mayor contaminación del lago; para empezar, deberían denunciar cómo hoteles y casas vecinales echan desechos y no construyen alcantarillados tanto para uso doméstico, de la hotelería y de la minería circundante, tres graves y grandes proveedores de desechos orgánicos y de toda naturaleza que atentan contra el lago y sus aguas.
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