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[Rolando Kempff]

La carrera por el litio en el mundo


Nuestro país fue uno de los primeros en descubrir sus grandes reservas de litio, pero por diversas causas parece que será el último en aprovechar esta riqueza.

El inicial triangulo sudamericano del litio, conformado por Bolivia, Chile y Argentina, que en conjunto tiene algo más de las tres cuartas partes de las reservas mundiales de esta riqueza; en la actualidad se convierte en cuarteto, con la inclusión de Perú, que hace pocas semanas informó el descubrimiento de un gran reservorio que tendría 4,7 millones de toneladas de litio.

Como lo informaron los medios de comunicación peruanos, el descubrimiento de las reservas peruanas la hizo la compañía canadiense Macusani Yelloweake, en Puno, que estaría junto a más de 100 millones de libras de uranio. Estiman que este descubrimiento sitúa al Perú entre las cinco o seis reservas de litio más grandes del mundo.

Hace algo más de dos años escribí un comentario titulado “El litio haría del país la Dubai del 2050”, donde señalaba que “si el país sabe aprovechar los tiempos, tendría en la riqueza que encierra nuestro Salar de Uyuni, el sustituto de los ingresos petroleros”.

Según los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (SGEU) para el 2016, la oferta de carbonato de litio equivalente (CLE) estaba en 192.553 toneladas métricas (TM), en tanto que la demanda habría llegado a 201.203 TM. Este desbalance entre oferta y demanda explicaba el incremento de precios del compuesto, particularmente en el mercado “spot” de China, donde el 2016 la tonelada métrica de carbonato de litio se habría cotizado a más de 24.800 dólares en la actualidad supera los 30.000 dólares.

El periódico especializado The Economist, en su artículo “La disputa por la supremacía en el triángulo del litio”, publicado hace aproximadamente un año, sostenía que Argentina y Chile avanzaban en la industrialización del litio, pero Bolivia aún no podía competir por falta de desarrollo tecnológico.

Si bien es cierto, como lo reconoce Joe Lowry, presidente de Global Lithium, que “la demanda por litio se triplicará hasta 2025”, también es cierto que si no sentamos presencia en el mercado internacional de este producto, en el momento oportuno, no podremos competir y menos beneficiarnos de la riqueza que tenemos.

“Ya producimos carbonato de litio, en los siguientes años vamos a exportar carbonato de litio, litio metálico, hidróxido de litio, hidróxido de magnesio, cátodos, baterías de litio, además de sales de potasio a Europa y Asia”, anunció el vicepresidente Álvaro García Linera en su discurso del 6 de agosto.

Tras intentos que parecían no avanzar, el país optó por la empresa alemana ACI Sistems para instalar cuatro plantas de litio en el Salar de Uyuni, con una inversión de 1.328 millones de dólares, que será aportado por los dos socios del proyecto en la proporción de su participación: el Estado boliviano en un 51% y el socio alemán en un 49%. Esta apertura a la empresa privada es un paso positivo, pues compromete a este sector a seguir trabajando por el país.

Según los informes proporcionados por las autoridades gubernamentales, la alianza estratégica para conformar la empresa que instalará las plantas en el Salar, centrará sus primeros esfuerzos en la fabricación de baterías para vehículos, que supone un largo camino de desarrollo industrial.

Como señaló el viceministro Echazú, esta actividad industrial generaría utilidades estimadas en unos 1.100 millones de dólares al año, lo que permitirá recuperar la inversión en no más de dos años.

Cada país del ahora cuarteto del litio tiene un accionar diferente en sus proyectos referidos al litio. Mientras Chile ya opera con dos empresas (una chilena y otra estadounidense), Argentina trata de abrir su normativa para que puedan entrar empresas privadas.

“Hay muchas empresas interesadas en garantizar la provisión de carbonato de litio o hidróxido de litio para sus plantas de baterías… Si se da la oportunidad, los ingresos que se generen serán mayores y en beneficio del Estado”, dijo el gerente de YLB, Carlos Montenegro.

Nuestro país llegó hace pocos meses a acuerdos base para industrializar el metal con una empresa alemana; y el Perú inició los trabajos de exploración en 2007 y avanzó un 15% en la perforaciones de la concesión que tiene 910 Km2, donde encontraron litio con ley promedio de 500 partes por millón y que podía aumentar en seis a siete veces.

Según conocedores de la problemática industrial del litio, si el país llegara a adjudicar la construcción de la planta industrial hasta fines de este año y que la empresa demore unos dos años en su trabajo, más un período de prueba, llegaremos al 2021 con una planta produciendo unas 5.000 toneladas al año, que representaría el 1,25% de la demanda mundial. Se estima que esta demanda mundial podría estar en alrededor de 500.000 toneladas de carbonato de litio para el año 2020, para fabricar baterías recargables de autos eléctricos y teléfonos móviles. Es importante abrir las posibilidades a mayor inversión estratégica en nuestro país para desarrollar este sector, en el que sólo estarán vigentes las empresas que puedan sostenerse en un mercado cada vez más competitivo y con más oferentes. Debemos tener presente que se quedarán en el mercado solo los emprendimientos que tengan los costos más bajos y los socios más fuertes.

El ex embajador de Francia en Bolivia, Antoine Grassin, en su tesis sobre el litio presentada para su ingreso a la Academia Boliviana de Ciencias Económicas, sostiene que hay muchas empresas del mundo automovilístico interesadas en desarrollar la tecnología de las baterías de litio.

Bolivia debe continuar con la carrera por la industrialización del litio, pues la competencia será dura y necesitamos respuestas consistentes en inversión y tecnología. Y para hacer del país un proveedor de litio procesado, con calidad y oportunidad, es básico que el gobierno dé los pasos necesarios hacia la profesionalización de los recursos humanos que necesita este sector, tanto en los niveles universitarios como en los técnicos medios, tanto en nuestras universidades como en el exterior.

Bolivia posee el 47,2% de las reservas sudamericanas del mineral, que aseguran más de 100 años de explotación intensiva, pero no debe olvidar que los países vecinos están adoptando medidas agresivas para avanzar en sus planes de explotación de litio, ligados a su industrialización.

El autor es Académico de Número de la ABCE (Academia Boliviana de Ciencias Económicas).

 
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