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[Rolando Coteja]

El problema es encontrar la verdad


“Tempus fugit, carpe diem et memento mori” (el tiempo vuela, vive el momento y recuerda que morirás), dice una sentencia latina, sin duda es una verdad que no amerita mayor discusión.

En estos tiempos de pandemia, el tiempo pasa inexorablemente y la vida se nos va acabando “lentamente”. Algunos viven esta coyuntura con relativa tranquilidad, mientras que otros con cierta desazón, en todo caso lo aconsejable es vivir el momento de la mejor forma posible. Hubo quienes aprovecharon para estar más tiempo en familia, realizar o terminar tareas pendientes, incluso en tono de reflexión para analizar, evaluar o efectuar proyecciones de toda índole, tal vez como consecuencia de tanta información recibida.

Antiguamente acceder a la información o el conocimiento era un privilegio de pocos, además el material que se producía era escaso. Stephen Hawking puso en evidencia que en el Siglo XVIII existían personas que habían leído todos los libros escritos, hoy esto sería imposible (dada la cantidad), se tardaría miles de años en leer solo los libros de una biblioteca nacional.

Ahora la situación es distinta, existe una inconmensurable cantidad de informaciones, las cuales son muy trepidantes. Esta profusión ha causado una especie de infoxicación (intoxicación informativa) en los receptores.

Hoy se habla de una “sociedad de la información”, donde el exceso de información, si no es bien manejado, puede convertirse en un verdadero problema. Está claro que en esta época el inconveniente ya no es la falta de información, de lo que se trata es de buscar la verdad.

¿Y cuál es entonces dicha verdad?, es aquella que proviene de fuentes confiables, por ejemplo, medios de comunicación tradicionales o de prestigio (es menos probable que se presten a publicar noticias falsas). Sin embargo, esta medida no es suficiente, a fin de comprobar la veracidad, es necesario filtrar, cruzar o, mejor dicho, contrastar la información, para no dejarse influir por bulos o fakenews.

Difundir noticias falsas a través de medios como las redes sociales puede ser pernicioso, además de sesgado, sirve para encender pasiones y odios enfermizos. Por ello se ve con enorme preocupación que muchas personas se llegan a decir de todo (insultos de por medio), sin el menor reparo. María Isabel Pascual del Riquelme Martínez señala que “uno de estos sesgos es el conocido como sesgo de confirmación, según el cual tendemos a considerar solo información que es similar a nuestras ideas previas, y descartamos sin valorar la que las contradiga”.

Se debe evitar consumir noticias falsas, hoy no solo existe la pandemia del coronavirus, coexiste también la pandemia de la ansiedad (llenarnos de información nos genera más angustia), como diría Andres Oppenheimer, hay quienes divulgan teorías conspirativas, la retransmiten porque les da una sensación de poder, les hace sentir importantes, se creen poseedores de verdades que nadie más las tiene, dicen que han encontrado verdades ocultas, por ello, colocan en riesgo a todos, dado que incluso ponen en duda lo que dice la comunidad científica mundial sobre salud.

Y lo que es peor, en el caso de Eucaliptus (Oruro) o Senkata (El Alto), se ha llegado a extremos inconcebibles, donde se desvalora el trabajo que realiza el personal médico y paramédico, solo se escucha críticas. En última instancia, la ciencia y, por ende, el personal de salud (solo ellos) podrán remediar el mal, al parecer este mal no es solo de orden físico, es psicológico e incluso es la propia ignorancia.

León Tolstoi en su obra sobre “El origen del mal”, narraba que en medio de un bosque vivía un ermitaño, sin temer a las fieras que allí moraban; en cierta ocasión a manera de pasar la noche estaban reunidos un cuervo, un palomo, un ciervo y una serpiente, quienes empezaron a discutir sobre el origen del mal, cada uno de ellos argumentaba y señalaba las causas del mal, “…finalmente intervino el ermitaño y dijo lo siguiente: –No es el hambre, el amor, la ira ni el miedo, la fuente de nuestros males, sino nuestra propia naturaleza. Ella es la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo”.

En cualquier caso, encontrar la verdad depende cada uno de nosotros, por ahora es el coronavirus, más después serán otros temas, por lo que es un imperativo estar preparados para lo que viene.

El autor es politólogo – abogado.

rolincoteja@gmail.com

 
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