Paciencia y constancia durante la cuarentena

Hay angustia y preocupación en la colectividad y en el gobierno por la indisciplina y carencia de sentido común de quienes no cumplen las condiciones previsoras para no caer en las fauces del coronavirus, porque no acatar las medidas y condiciones que permitan vencer la epidemia del coronavirus es dar más fuerza de la que tiene el mal, pues habrá más casos de contagio y muertes que fortalezcan su victoria en desmedro de la humanidad. No caben, en las actuales circunstancias, debilidades e indisciplinas y son las poblaciones las que deben tomar conciencia de su condición extremadamente vulnerable, propensa a sufrir derrotas frente a un mal que se muestra invencible.

Hay decepción en el país por el hecho de que muchas personas se niegan a cuidar su vida y las de sus familiares, se niegan a utilizar barbijos y evitar contactos directos con otras personas o abandonar sus domicilios sin las previsiones del caso y habiendo prohibición de hacerlo. Estas gentes al retornar a sus domicilios se convierten en portadores del virus que, luego, pueden contagiar a otras personas. ¿Qué impulsa a esos extremos que significan serios peligros? ¿Por qué no actúan seria, honrada y responsablemente con ellos mismos y con su familia? ¿Qué persiguen al no ser solidarios y tener conciencia de que se deben a sus seres queridos, que deben ser cuidados y preservados de todo mal?

Renuentes a cuidarse y cuidar a los suyos deben ser sancionados y privados por varios días de libertad porque la sociedad no puede ni debe estar expuesta a la insensibilidad e irresponsabilidad de quienes no tienen sentido común ni paciencia; de otro modo, el virus tendrá mayor espacio con miras a cobrar más víctimas.