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[Jorge Espinoza]

Las oligarquías mineras


Desde la colonia y luego de la fundación de la república de Bolivia, su economía ha girado en torno a la explotación de los recursos naturales no renovables mineros, primero de la plata, luego del estaño y otros minerales y en varios años de hidrocarburos. En el Siglo XIX continuó la predominancia de la plata: En la segunda mitad de este siglo se desarrolló la llamada “oligarquía de la plata”, cuyos representantes más conspicuos fueron José Avelino Aramayo, Félix Avelino Aramayo, Aniceto Arce y Gregorio Pacheco, que se hicieron de las minas más importantes de plata como Potosí, Portugalete, Pulacayo, Guadalupe, Gallofa, Andacaba, Colquechaca, etc. Todos acumularon fortunas y participaron activamente en política. Pacheco fue presidente de Bolivia entre 1884 y 1888 y Arce entre 1888 y 1892.

Aniceto Arce fue el minero más importante como accionista mayoritario de la Compañía Huanchaca de Bolivia, que tenía también capitales chilenos. Su mina Pulacayo, la más importante del país en dicha época, produjo cantidades impresionantes de plata, tanto así que para facilitar el transporte de los concentrados a puerto, en 1878 la empresa construyó el ferrocarril de Pulacayo a Uyuni, ya conectada al puerto de Antofagasta. En las postrimerías de su gobierno (mayo de 1892), Arce inauguró el ferrocarril de Uyuni a Oruro, construido también por la compañía Huanchaca. Este ferrocarril fue de gran importancia, pues en el Siglo XX los mucho mayores volúmenes de concentrados de estaño, pudieron ser transportadas a Antofagasta y de ahí a fundiciones en otros continentes.

La caída del precio y la producción de la plata y la fuerte subida del precio del estaño dio lugar a la era del estaño desde inicios del Siglo XX hasta 1985, en que su precio se derrumbó en la Bolsa de Metales de Londres en octubre de 1985. Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo, llamados también los “Barones del estaño”, que constituyeron la Gran Minería, acapararon totalmente las minas más grandes de estaño del país: Catavi, Huanuni, Colquiri, Unificada (cerro de Potosí), Chorolque, Caracoles, Viloco, San José, Morococala, etc. A diferencia de los oligarcas de la plata, sin necesidad de intervenir directamente en política, controlaron totalmente la economía y la política del país. Sergio Almaraz dice que era el “súper Estado minero” con estructura “estrecha, oligárquica, piramidal”, funcionaba mediante “equipos políticos” y bufetes de abogados y que los tres “no estaban en el gobierno pero poseían el poder”. Quienes componían y también disfrutaban del poder y de las prebendas económicas de esta estructura, eran los de la llamada rosca minera, que duró hasta la revolución del 9 de abril de 1952. Las minas de la Gran Minería fueron nacionalizadas el 31 de octubre de 1952, formándose con ellas Comibol.

Minas muy ricas y poco profundas, bajos salarios, higiene y seguridad industrial deficientes y tributos ridículos para la calidad de las minas (entre 1900 y 1940 tributaron apenas el 7,7 % del valor de venta), les permitieron amasar enormes fortunas, al extremo que Patiño llegó a ser uno de los diez hombres más ricos del mundo. Su veta La Salvadora descubierta en 1900, de 2 metros de ancho contenía 50 % de estaño, que en las condiciones actuales de costos y tributos, para un precio del estaño de 8 $us/LF, cada tonelada extraída de esa veta tendría una utilidad de 4.600 $us/ton. Pagando solo el 7,7 % del valor de venta de dicha época, la utilidad sería de 7.150 $us/ton.

Un estudio de la Cepal sobre Bolivia señala: “Los primeros treinta años del Siglo XX constituyeron una oportunidad histórica para impulsar el desarrollo económico de Bolivia, en todos los campos, pero los Gobiernos dejaron pasar esa coyuntura que ya no volverá a presentarse en un tiempo previsible”. Ocurrió eso por el accionar de la rosca minera. Entre 1940 y 1950 la Gran Minería representó el 74 % de la exportación total del país, algo que no se dio ni se dará en ningún otro país del mundo. Las décadas anteriores con minas más ricas, su participación debió ser mayor. No existiendo ya minas ricas, en el futuro no habrá oligarquías mineras.

Comibol fue la empresa minera más grande y la empresa más importante del país, con ingresos mayores al del tesoro nacional hasta octubre de 1985, en que se derrumbó el precio del estaño y tuvo que cerrar casi todas sus minas, que operaban a pérdida. En 1954 la minería representó el 99,2 % de las exportaciones nacionales y Comibol el 81 %, cuya participación fue bajando hasta 21 % en 1985. Con minas en franco agotamiento, las regalías mineras entre 1971 y 1981 promediaron 31 %. En las últimas tres décadas hay que destacar la importancia de las empresas transnacionales. Por falta de inversiones, y como consecuencia de nuevas minas, la minería se encuentra en situación crítica que difícilmente será revertida.

No pudieron ni pueden darse oligarquías en el campo de los hidrocarburos, porque éstos pertenecen al Estado. Entre 1983 y 1987 la exportación de petróleo ocupó el primer lugar en las exportaciones nacionales y entre 2005 y 2015 lo hizo el gas natural, que con grandes volúmenes de exportación y elevados precios totalizó 41.941 M$us, de los que por lo menos el 60 % (25.165 M$us) debieron pagarse como tributos. Subieron también las exportaciones mineras y de no tradicionales, de modo que la exportación total en el período de 11 años fue de 85.914 M$us. Lamentablemente esta segunda bonanza económica histórica, en que también subieron fuertemente las recaudaciones de impuestos (SIN y Aduana), fue despilfarrada y nuevamente estamos en una severa crisis económica.

Los productos no tradicionales (ni minería ni hidrocarburos), como ser soya y derivados, castaña, joyería, quinua, maderas, azúcar, girasol y derivados, palmito y otros, ocuparon el primer lugar de las exportaciones en 1994 y entre 1996 y 2004. La falta de nuevas minas y nuevos campos hidrocarburíferos está ocasionando una peligrosa declinación de estos sectores, que empeorará y no se recuperará en muchos años, por lo que se tiende a la expansión de la frontera agrícola, con lo que el oriente boliviano adquirirá cada vez más importancia, lo que podría dar lugar a nuevas oligarquías y/o la aparición de transnacionales.

La gran pregunta es si la agricultura y sus derivados tributarán lo que la minería y los hidrocarburos, que además de regalías (por ser recursos no renovables) pagan impuestos. La minería actualmente paga el 37,5 % de sus utilidades. La soya y sus derivados (además de otros cultivos) de lejos la mayor exportadora no tradicional, para su cosecha consume grandes cantidades de diésel, cuya subvención está relacionada al precio del petróleo. Es sumamente importante analizar y cuantificar este aspecto.

 
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