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[David Foronda]

La brutal cuarentena y otras yerbas


Tras estar sometido al igual que millares de personas a estos males de hoy que afligen a la humanidad, en el caso mío a una mortífera neumonía, es menester formular algún apunte sobre lo que hacen las autoridades para frenar al coronavirus, poniendo en claro que no soy miembro de algún “consejo científico” de los que se habla hoy, y menos de algún grupo de “sabios amautas” que el régimen anterior decía tener, ante la incrédula sorpresa de la ciudadanía al enterarse que había muchos “sabios” en este “reino”, pero que no los conocíamos. Lo real es que nuestra milenaria región siempre fue tierra de “kolliris” y “yatiris”. Al final, las observaciones son sobre la base del clamor de nuestra sufrida sociedad.

Las cuarentenas, soportadas en medio de angustias y caras largas, al decir de bastante gente pareciera que no han sido efectivas porque no se las aprovechó adecuadamente, sea por su adopción tardía, falta de información adecuada, o la actitud indisciplinada de gruesos segmentos sociales que no tienen voluntad para cumplirla debidamente. Y hoy que se presenta otra vez la figura descarnada del tal “encapsulamiento” por una nueva semana, surge escepticismo sobre su efectividad. Existe alguna voz municipal sobre todo, empecinada pareciera, en volver a aplicarlo cuantas veces sea “necesario” y quizá sin analizar los pro y contra de tan brutal medida que frena en seco las libertades a que tiene derecho el hombre.

Al respecto ya el 24 de marzo pasado, el prestigioso escritor y jurista, Ricardo Manuel Rojas, sobre lo que sucede en su país, Argentina, dijo: “Toman medidas que impiden que la gente trabaje y produzca, no toman dimensión del descalabro que generan, y luego como paliativo prometen repartir dinero que no tienen. Ya son más nocivos que el virus”. En diálogo con Marcelo Duclos, PanAm Post, advirtió: “Es muy peligroso permitir que un gobierno pueda avanzar sobre los derechos individuales invocando situaciones de excepción, cuando tal peligro no resulta claro e inminente. El problema con las medidas para combatir este virus es que no parecen haber contemplado las consecuencias, es decir, no se ha hecho un análisis costo-beneficio de modo que sólo se ve lo que se intenta evitar, pero no lo que se tendrá que pagar, que también podrá medirse en vidas humana”.

Para el jurista argentino, con el cierre de las fronteras, la posibilidad de que el virus ingrese prácticamente se neutralizó, de modo que de lo que se trata es de manejar lo que ya está dentro. De esta manera, el impacto que podría generar el coronavirus en un país absolutamente aislado “es simple especulación”. “En un país al borde de la quiebra, al que se lo obliga a suspender toda producción y comercio, las consecuencias serán devastadoras y provocarán muertes, y, para colmo de males, como siempre, se propone paliar los problemas que el propio gobierno genera repartiendo de manera inequitativa dinero que no existe. Me preocupa mucho la liviandad con que se ha avasallado derechos individuales en nombre de un potencial peligro a la salud, y la algarabía con la que son tomadas en general estas medidas”. Para Rojas es fundamental que el gobierno evalúe todas las consecuencias de sus actos antes de tomar decisiones.

No deja de tener razón, la cuarentena ya produce estragos en Bolivia, siendo fácil para autoridades nacionales, ediles y otras que instruyen: aprovisiónense de víveres, lo que no resulta difícil para ellas haciéndolo desde vehículos a disposición, con dinero en los bolsillos, y otras facilidades, mientras las humildes familias, sin billetes, transporte, con el esposo sin trabajo, sin gas en estos días, no tienen cómo ni con qué “aprovisionarse”. A lo que se suma el hecho de que deben peregrinar para que lo atiendan en los centros sanitarios que están al tope de su capacidad, y no hallar farmacias, o la mayor parte de ellas que carecen de los fármacos requeridos.

En fin, deben analizar con rigor “científico” y sociológico lo relativo a tales “cuarentenas rígidas” que mucho parecen gustarles a algunos jerarcas, que no disponen cercos sanitarios a los barrios con mayor densidad de contagios, en tanto los anunciados “rastrillajes” y distribución gratuita de fármacos no han sido muy visibles.

Y sobre “otras hierbas” puntualizar que la acción negativa de badulaques individuales y de grupo, con consignas funestas o no, mercenarios o no; sumados a ellos dirigentes sindicales que desde hace años perdieron el norte de la defensa de los trabajadores y sus reivindicaciones, buscando sólo su acomodo e intereses personales, marchan por las calles y bloquean caminos en un desquiciado fanatismo de rechazo a las medidas sanitarias, cuales “jinetes del apocalipsis para propagar corona virus”, siendo comprobada su peligrosidad pues los domina la irracionalidad. Son grupos de escaso entendimiento y raciocinio.

 
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