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La Medicina del Trabajo: nuestro Ave Fénix

Manuel Fernández Chavero

Parte I

El mayor riesgo es no asumir ningún riesgo. En un mundo que cambia realmente rápido, la única estrategia en la que el fracaso está garantizado es no asumir riesgos. (Mark Zuckerberg).

Un acontecimiento trágico sirvió de inspiración para la creación de una de las películas más iconográficas de la historia del cine: “Lo que el viento se llevó “

Actualmente estamos viviendo, en forma de pandemia, otro acontecimiento trágico y me ilusiona pensar que ojalá fuera la inspiración para otra película, ahora sanitaria y no cinematográfica, que bien pudiera titularse: “Lo que el viento nos devolvió”.

En España hemos podido contemplar un inmenso apoyo social a la Profesión Médica, incluso hubo un momento en que llegamos a pensar que no se volvería a sufrir insultos y agresiones. Fue un bonito espejismo de breve duración. Unos minutos a las 8 de la tarde.

Hemos descubierto una Atención Primaria que mayoritariamente ha tenido un comportamiento ejemplar y todos sabemos con absoluta certeza que no ha sido fácil. Una Atención Primaria lastrada por la falta de una Coordinación Administrativa, indefensa y expuesta al contagio directo, por mucho que alguna autoridad sanitaria regional venga a decir que se solicitaba Equipos de Protección Individual por encima de los marcados por los protocolos. Ha costado muchas vidas, mucho dolor, miles de contagiados y una intensa y frenética actividad de los Colegios de Médicos y de la Organización Médica Colegial para poder conseguir que el contagio sea considerado como accidente de trabajo o como enfermedad profesional. Las dos opciones son tan justas como merecidas.

Hemos descubierto una Atención Hospitalaria que mayoritariamente ha tenido un comportamiento ejemplar. Inasequible al desaliento. Trabajando al límite del colapso y a veces en mitad del colapso. Sólo desde un exquisito profesionalismo y una encomiable madurez profesional, deontológica y ética se puede tomar las decisiones sabias y prudentes que han tenido que adoptar nuestros compañeros en su labor asistencial; decisiones que en muchos casos habrán desembocado en traumas psíquicos o morales de muy difícil cicatrización.

Pero en mitad de este acontecimiento trágico ha emergido una especialidad médica que, parafraseando a Joaquín Sabina, estaba “tan maltrecha y ajada que estaba cerrada por derribo”, la Medicina del Trabajo.

La Salud Laboral es, según la definición de la OMS, “una actividad multidisciplinaria que promueve y protege la salud de los trabajadores. Esta disciplina busca controlar los accidentes y las enfermedades mediante la reducción de las condiciones de riesgo”.

Es una de las especialidades en la Prevención de Riesgos laborales conjuntamente con la Seguridad en el Trabajo, Higiene Industrial, Ergonomía y Psicosociología Aplicada.

La Medicina del Trabajo ha sido definida por la Organización Mundial de la Salud como: “La especialidad médica que, actuando aislada o comunitariamente, estudia los medios preventivos para conseguir el más alto grado de bienestar físico, psíquico y social de los trabajadores, en relación con la capacidad de éstos, con las características y riesgos de su trabajo, el ambiente laboral y la influencia de éste en su entorno, así como promueve los medios para el diagnóstico, tratamiento, adaptación, rehabilitación y calificación de la patología producida o condicionada por el trabajo”.

Hasta el inicio de la pandemia esta especialidad no era más que una I.T.V. sanitaria, dedicada a la realización robótica de reconocimientos médicos laborales, en muchas situaciones, en demasiadas, en condiciones de precariedad e incluso de insalubridad en escenarios que cuesta trabajo imaginar.

Ha tenido que acontecer una emergencia sanitaria para resucitar una especialidad que ha demostrado desde el principio que su papel tenía que ser imprescindible y así ha sido y es justo reconocerlo. Me satisface haber comprobado que la Atención Primaria, siempre un poco reacia, y en ocasiones celosa, a lo que le llega desde la Medicina Privada o Concertada, ha entendido nuestro trabajo y se ha establecido entre ambas especialidades un espíritu de mutuo respeto, ayuda y colaboración. Las dos partes hemos llegado a una misma conclusión que por necesaria jamás debimos de obviar: ¡¡Nos necesitamos¡¡

Durante todo el periodo de alarma, y también una vez superado el mismo, desde los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales se ha emitidos miles de Informes de Asesoramiento que primero en la escalada y después en la desescalada han servido para que, en estrecha colaboración con la Atención Primaria, los trabajadores incluidos en los grupos vulnerables del Ministerio de Sanidad hayan podido realizar su actividad laboral en condiciones de máxima seguridad y, en casos especiales, de haber podido disfrutar de un periodo de Incapacidad Transitoria cuando las circunstancias individuales así lo aconsejaban.

 
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