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En América Latina

Más de 144 millones de estudiantes no asistieron a clases

> Covid-19 amplía la brecha educativa entre los estudiantes de la región y deja desafíos a los gobiernos para encarar un trabajo para reducir la diferencia


Aulas vacías por la pandemia.

Más de 144 millones de estudiantes en América Latina y el Caribe completaron cerca de 5 meses sin asistir a la escuela como consecuencia de las medidas de salud pública tomadas por los gobiernos ante la pandemia del Covid-19, según el informe: Covid-19 y educación primaria y secundaria: repercusiones de la crisis e implicaciones de política pública para América Latina y el Caribe.

La crisis sanitaria ha representado un choque triple para los niños, niñas y adolescentes: el cierre prolongado de escuelas, el encierro por las medidas de confinamiento y la pérdida de seguridad económica en los hogares.

Ese choque triple tiene repercusiones en el corto y largo plazo que comprometen el desarrollo de toda una generación. Si bien los gobiernos de la región han puesto en marcha estrategias de educación a distancia que buscan mantener cierta continuidad en el aprendizaje y bienestar de los niños y adolescentes, estas soluciones han llegado de manera desigual y pueden agudizar aún más las brechas educativas que existían en la región antes de la pandemia, señala el informe.

En el caso de Bolivia, las críticas no se dejaron esperar, ya que los estudiantes del sector fiscal dejaron de asistir y pasar clases a comparación del privado, que continuaron vía on line, ahí se muestra la poca preparación y la dejadez de las autoridades para llevar a la educación pública a la modernización con la implementación de tecnología.

A eso se sumó la capacitación de los profesores para incursionar en la educación virtual, ya que muchos no estaban preparados ni siquiera podían manejar las computadoras que el gobierno anterior les había entregado.

En la educación superior también fue un reflejo de la educación secundaria, ya que muchas universidades públicas no profundizaron el uso de la tecnología para impartir clases, a comparación de las privadas.

La preparación de los profesores no estuvo a la altura de la pandemia, debido a que a todos encontró desprevenidos. En el país siempre estuvo en cuestión la calidad educativa, que a la fecha se desconoce, ya que las anteriores autoridades no pudieron explicar este tema y se opusieron a implementar mediciones como lo hacen los países vecinos con la OCDE.

Aprendizaje

El Informe de Unicef señala que antes de la pandemia, los países de la región se enfrentaban a una crisis de aprendizaje que afectaba particularmente a los más pobres.

En algunos informes de organismos internacionales se afirmó que una buena parte de los bachilleres deja la escuela sin saber leer correctamente, y con muy poca preparación para encarar estudios superiores.

El informe señala que, en promedio, 50.8 % de los niños menores de 10 años en ALC no tienen las competencias de lectura necesarias para comprender un texto simple. Este índice de pobreza en el aprendizaje varía entre países, con valores menores al 36.8 % en Chile y Costa Rica, pero superior a 74.4 % en República Dominicana, Honduras y Paraguay.

Más aún, al mirar el nivel de aprendizaje al interior de los países, se encuentran diferencias marcadas en el nivel de aprendizaje según el nivel socioeconómico o lugar de residencia de los estudiantes.

Por ejemplo, datos de PISA muestran sistemáticamente puntajes mayores en matemáticas, lectura y ciencias para los estudiantes en hogares pertenecientes al quintil socioeconómico superior comparados con el quintil más bajo.

El bajo nivel de aprendizaje, así como las brechas son evidentes desde los primeros años de preescolar. Por ejemplo, si bien el 83 % de los niños entre 3 y 4 años tienen un nivel de desarrollo cognitivo, físico y emocional adecuado, el 57 % de los niños que tienen un nivel de desarrollo inadecuado provienen de los hogares más pobres.

Por otra parte, solo el 27 % de los niños entre 3 y 4 años cuentan con las competencias básicas de aprestamiento numérico y alfabético. Esta cifra, de por sí baja, esconde una brecha importante: 30 % en zonas urbanas y 19 % en zonas rurales.

 
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