El ornato público y la propaganda política

Muchas de las organizaciones partidarias que propician una candidatura primero se preocupan por desencadenar campañas donde la brocha gorda sea el instrumento más usado; así, plazas, avenidas, calles, edificios públicos y privados y hasta asfaltos son víctimas de los “pintores de brocha gorda” con propaganda chabacana y absurda a favor de algún candidato que, con esa publicidad, lo que consigue es el reproche y rechazo a su candidatura.

Alcaldías y prefecturas, al tener compromisos sobre la limpieza y despintado, anuncian “severas” multas en caso de incumplimiento; en la mayoría de los casos, no se cumplen los contratos y queda todo en la impunidad con la aquiescencia de las autoridades que no se preocupan de hacer cumplir lo que ellas mismas exigieron. ¿Será posible que siquiera por una vez se honre la palabra empeñada y veamos que desde el 20 de octubre esa propaganda chabacana y maleducada desaparezca?

Es muy importante que la política partidista y los propiciadores de candidatos entiendan que el país merece respeto y consideración por parte de quienes aseguran candidatear para servir al país y no servirse de él; entiendan que lo que permiten hacer con la “brocha gorda” es ofensivo para la nación y para el mismo ciudadano que vota; deben comprender que lo prometido en campaña es para cumplir y no solamente como medio de hacer demagogia y populismo que son tan dañinos y contrarios al ornato público.

Por su parte, alcaldes y demás autoridades deben empeñarse en cumplir la ley en las partes que les corresponde y abandonar la malsana costumbre del “dejar hacer y dejar pasar” que tantos males ha causado al país. Corresponde anotar que anteriores propagandas pintarrajeadas y pertenecientes a varios candidatos siguen intactas; en todo caso, se debe exigir a esos partidos que paguen las multas comprometidas y procedan a la limpieza del caso.