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Protocolo

Reflexiones … en vísperas de Navidad



El comportamiento debe ser siempre discrete
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¡Que nervios! Siete días más y es navidad. Hemos empezado a tomar las calles por asalto, pues aquí nunca pasó nada y, por si fuera poco, el virus está en cuarentena por lo menos hasta que pasen las fiestas de Navidad y Fin de Año.

El trajín característico del último mes del año es cada vez mayor. ¿Hacemos bien?

Pues no… y es hora de tomar muchas precauciones, las reuniones familiares se van normalizando considerablemente, empiezan las visitas de los hijos, hermanos, tíos, sobrinos, que durante mucho tiempo estuvieron aislados al igual que nosotros, pero ahora parecería que esta fecha por arte de magia ha congelado al virus, por lo menos temporalmente.

También se van incrementando el número de reuniones entre amigos, compañeros de trabajo, amigos de la universidad, colegio, etc.

Es que evidentemente es una fecha muy especial, es la más importante del año para el mundo cristiano, al margen del tema comercial por supuesto…

Es muy común que por estas fechas se organicen las cenas empresariales como preámbulo a la celebración de la Navidad y el Año Nuevo. Las empresas desean agasajar a sus empleados y, por supuesto, ellos también esperan ansiosos ser agasajados, pues es una magnífica oportunidad para compartir un momento agradable con amigos y compañeros de trabajo, es casi la segunda familia dirían algunos… evidentemente pasan la mitad del tiempo en la oficina, si es que no es más en muchos casos.

Pero hay un pequeño inconveniente… sucede cuando la alegría se desborda y el brindis se convierte en el protagonista de la fiesta. Es entonces cuando debemos preguntarnos… ¿Dónde quedó nuestra educación?

Sé que de alguna manera influye el estado de ánimo colectivo, este año no ha sido nada fácil y seguramente parece una buena idea olvidar todos los problemas, por lo menos por unos minutos, pero el riesgo es alto. No olvidemos que muchos perdieron seres queridos, otros tuvieron que lidiar con una economía frágil y lo siguen haciendo.

Ustedes dirán… ¡Este artículo es demasiado crítico y pesimista! Pues sí, es crítico, pero de ninguna manera pesimista, más bien realista y lo que pretendo es llamar a la reflexión apelando a su responsabilidad, es por eso que me permitiré mencionar algunos consejos que estoy segura serán de mucha utilidad.

El distanciamiento social es muy importante. Sin embargo, vimos que poco a poco hemos dejado de cumplirlo, sería bueno que analicemos si realmente vale la pena descuidar nuestra salud y peor aún si estamos dispuestos a exponer a nuestra familia (padres, abuelos, hijos, etc.), que mientras estamos festejando, ellos nos esperan en casa aún sanos. Es difícil este distanciamiento cuando la reunión sale de control, entonces ayudemos a que no sea así.

Sin lugar a dudas, pretender evitar el contacto físico con los demás es difícil y peor cuando estamos confraternizando al son de la música y una que otra copa. Evitemos llegar a esos extremos.

Beber con moderación no solo por salud, sino porque cuando se toman algunas copas de más, se corre el riesgo de hacer o decir cosas que luego pesarán sobre nuestra imagen y peor aún sobre nuestro futuro profesional.

Hablar más de la cuenta es uno de los efectos del punto anterior. En esta era digital donde todos tienen un smartphone, es fácil registrar lo que se dice y pasa, sin duda no faltará algún comedido, así que el autocontrol es un buen aliado.

Ponernos sinceros o sentimentales inducidos por una copa de vino que pudimos haber evitado puede perjudicarnos, en esta situación hablar de los jefes o compañeros puede ser contraproducente.

Nuestro comportamiento debe ser siempre discreto,

bailar con moderación debería ser una regla. Cuando el ritmo sube los expertos en artes escénicas empiezan a surgir. Alguien podría pasarnos la factura a través de las RRSS… ¡Evitemos los papelones!

Jamás olvidemos los tratamientos, los jefes siguen siendo jefes y los empleados seguirán siendo subordinados, debemos respetar también estas distancias, si las acortamos corremos el riesgo de que nos pierdan el respeto desde cualquiera de las dos situaciones. En ocasiones, estos acontecimientos sirven para evaluar la personalidad de las personas, pues es cuando más espontáneos somos.

Seamos nosotros mismos, no es necesario hacer cosas que no van con nuestra forma de ser, si beber no nos sienta bien pues debemos evitarlo, si no nos gusta hacer algo pues no debemos dejarnos llevar por el momento.

Una cosa es ser amable, cordial, educado, sociable y otra cosa muy distinta es ceder a las presiones de los más “listos” del grupo.

Cuidemos que nuestras relaciones sean siempre respetuosas, todos somos libres de hacer lo que mejor nos parezca, pero pensemos que después de la reunión tendremos que enfrentar la realidad, un desliz puede ser el inicio de una linda amistad o algo más, pero también puede ser el motivo de un terrible arrepentimiento que nos acompañará siempre.

Si la cena es a escote (pagar la cuenta en partes iguales), debemos cumplir y no retirarnos sin hacerlo con el pretexto de habernos olvidado, es un comportamiento que denota nuestra educación y respeto por los demás.

En estas reuniones se suelen hacer intercambio de regalos, debemos procurar saber cuánto es el monto que se suele gastar para no irnos a los extremos, generalmente los organizadores ponen un mínimo y un máximo para que haya algo de homogeneidad en el gasto de cada uno.

Nuestra apariencia es siempre importante, nunca perdamos la elegancia y distinción, por supuesto debemos saber ser y saber estar, usemos el sentido común y el buen gusto.

Lo más importante… cuidémonos y cuidemos a nuestros adultos, el rebrote del virus es inminente.

 
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